(“Zoomnews.es“/ viernes 26 de julio 2013)
Sería difícil encontrar a un periodista que no haya coincidido alguna vez con Enrique Beotas porque Enrique, (el tío Enrique como iniciaba algunas charlas con él en la “Rebotica”), era un todo terreno del Periodismo que tenía la insólita costumbre de hacerlo todo bien, dicho sea de paso. De Enrique me gustaba su cariño por la radio bien elaborada, había que verle en su “laboratorio” cuidando del sonido, aquel pequeño estudio de radio al que se accedía subiendo una escalera estrecha rodeada de fotos de Beotas con famosos varios, ¡toda un tesoro! Por aquella “Rebotica” habían pasado todos los protagonistas de España desde que se inventó la transición. “La Rebotica” es la foto fija de lo que hemos sido.
Enrique era un señor, en fondo y en forma. Una persona de voz pausada y vestimenta perfecta que acompañaba sus ejemplos con una fuente inagotable de anécdotas porque para eso había vivido lo suyo. No era raro acabar riéndote a carcajadas con alguna de las historias que atesoraba y que sacaba de manera oportuna como los magos hacen asomar palomas por sus mangas. Se veía en sus ojos la mirada del que ha recorrido mucho mundo y en lugar de comprar postales se había dedicado a escuchar sonidos, voces, historias.
Una vez le dije que era curioso porque aunque estuviéramos tiempo sin vernos cada vez que me encontraba con él me ocurría alguna buena noticia, entre ellas una Antena de Oro que peleaste como jurado hasta que me la dieron. En esta ocasión lo que me ha dado es un disgusto de fuerza mayor pero dentro de la pena hay algo que me lleva a la sonrisa: querido Enrique-reboticario, ese tren ha ido a descarrilar en un paraje netamente gallego, y eso es lo que eras tú: un embajador de Galicia permanente aunque tuvieras casa de verano en Marbella, un gallego militante que disfrutaba de la amistad, de la comida, de la charla. Y, no, no era ni el tren, ni la hora, ni el día, ni el momento, pero para tus cosas siempre fuiste muy tuyo y no soy nadie para regañarte porque te has ido sin despedirte.
Esta mañana he buscado el teléfono de tu fiel Luís, le he llamado a la oficina, los dos hemos llorado. Luego he buscado tu teléfono y lo he borrado de la agenda, terrible acto que hay que hacer cuando los amigos se marchan. Pero después de llorar he recordado que todavía me quedan unas botellas de vino que gentilmente me enviaste. Te doy mi palabra de que llevaré un par de ellas a “Zoomnews” para abrirlas con otros amigos tuyos: Héctor Casado, Agustín Valladolid, Rafa Latorre. Será un brindis por tu eternidad que no es poco.
Buen viaje, “rrrrrreboticario”. Te voy a echar de menos.
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Etiquetas: Enrique Beotas