Soraya sola

(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 23 de junio 2013)

Como era de esperar el plan de austeridad, recorte y supresión de duplicidades del Gobierno se ha quedado en algo estupendo que tendrán que cumplir otros, (las autonomías), que no están dispuestos a ceder en mamandurrias. La vicepresidenta del Gobierno ha trabajado la idea pero su propuesta se da con la realidad y con el malestar de la calle que recela de lo que dicen los políticos. La buena voluntad de Soraya Sáenz de Santamaría coincide en el tiempo con los sobresueldos que se han pagado en su partido mientras se mantenía un discurso de austeridad. No aparece Soraya entre los citados por cobrar pero este asunto desvirtúa su argumento de invocar la hora de “los sacrificios de los políticos”. ¿Sacrificios qué sacrificios, de qué nos habla?
Invocando por segunda vez la buena voluntad de la vicepresidenta, en la que creo, el llamamiento desde el balcón no es mas que admitir que aparte de duplicidades hemos asistido a la fiesta del político con cargo sin distinción de partidos y colores, siendo los honestos y cumplidores tan extraños que hasta sirven para la publicidad de unos refrescos. Y lo que es peor: hemos visto la complicidad que cada uno ha tenido con los suyos en razón de que los otros son peores. Nuestra escueta memoria histórica nos disuelve el recuerdo de aquellas brumas de 1996 cuando Aznar llegó a Moncloa dispuesto a limpiar el felipismo que atesoraba toneladas de porquería empezando por Luís Roldán, GAL, Mariano Rubio y hasta asuntos turbios por parte de la directora del BOE. Y aquel Gobierno de los mejores que montó Aznar se torció en una boda en El Escorial, hasta allí llegó el milagro, el resto lo hemos seguido por los juzgados.
La hora de los sacrificios se da de narices con los coches oficiales, los viajes en business y los pagos en negro que anotaba Bárcenas en esa libreta que él calificó de “tendero”. Su plan de austeridad es un campo de minas que los dirigentes autonómicos no están dispuestos a recorrer, de hecho no se conoce una Conferencia de Presidentes en la que alguien haya querido devolver competencias rentables al Estado, (la Sanidad sí, claro, pero porque se les come el presupuesto).
Los sacrificios sin voluntarios no son mas que una propuesta agradable para el oído, hueca para las orejas, inespecífica para el corazón y carente de eficacia política porque no tienen detrás un decreto ley si no un consejo envuelto en papel de regalo; nada.
La magnitud del dinosaurio autonómico es tan grande, sus fauces están tan entrenadas para tragar y su hambre es tan insaciable que antes se comerá las rosas de Soraya en la Moncloa que admitir un error.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*