(“LAS PROVINCIAS“, lunes 22 de abril 2013)
A pesar de los intentos de Elena Valenciano, a pesar de chutar el balón a la grada, lo que se rumia en los mentideros es un recambio en la secretaría general del PSOE porque el partido no funciona, no tiene visos de despegar el cohete. La oposición socialista carece de músculo, se han quedado anclados en la derrota sin reacción. Valenciano se empeña, dale que te dale, en hablar de Rajoy pero los periodistas le preguntamos qué pasa con lo suyo. Y ella se lía y termina haciendo suyas unas palabras de una ex ministra de Ángela Merkel: “primero el país, luego el partido y luego cada uno de nosotros”. A estas alturas parece que da igual lo que diga Valenciano que pía por boca de Rubalcaba, el debate está abierto, el último en apuntarse es Eduardo Madina que sonríe con falso pudor cuando se le pregunta.
Hace tiempo que Ferraz se parece al tren de la bruja: cada vez que asoma la cabeza un candidato se le arrea con la escoba y eso lleva a que los delfines se agachen o no se quieran montar en la atracción que la tienen por peligrosa. Una solución sería aplicar la política de trasparencia del Museo de Cera y retirar la figura de Rubalcaba como han hecho con la Pantoja pero no hay narices. De momento Eduardo es el hombre aunque se le ve como una prolongación del “zapaterato”, los socialistas veteranos que fueron depurados por Zapatero no están por la labor de quedarse callados. Si Madina cree que Bono está dedicado únicamente a la corrección de pruebas de su segundo volumen de memorias está listo. Zapatero dejó una brecha interna de mucho cuidado, un boquete por el que se escapan los votos y lo que es peor por el que entra el frío de la oposición. Y para uno que tiene mando: Griñán, se tiene que plegar a lo que diga su socio de IU si no quiere acabar en la calle dando explicaciones mas prolijas de los ERES.
A Carme Chacón se le iluminó la cara cuando le preguntaron por Madina, no tanto porque sea su candidato si no porque le vuelve a situar a ella al frente de la pomada sucesoria. Si Rubalcaba no quiere darse cuenta del runrún es que está muy sordo; la maquinaria está mas que engrasada y rula a su pesar. Ferraz admitiría a Madina como mal menor porque lo de verdad aterra es un candidato no controlado que entre con ganas de trabajar, en ese caso mas de uno iba a saltar por la ventana olvidándose de las palabras de Valenciano. Un candidato de última hora y ajeno al aparato del sistema sería la gran revolución interna pendiente. En ese caso la sonrisa de Chacón se volvería rictus serio porque habría comenzado una competición verdadera. Y ojo porque con el buen tiempo cualquiera se anima y sale al campo con una tortilla como en el Congreso previo a Suresnes y entonces ya tenemos montado una corriente de opinión. Aquello sucedió también una primavera. Entonces nadie esperaba que el clan de Sevilla fuera a llegar al poder desde aquella clandestinidad entre pinos y abejas.
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