Condenada Pantoja

(“OTR“/EUROPA PRESS, miércoles 17 de abril 2013)

El banquillo de la Audiencia de Málaga conecta directamente con una entrada al túnel del tiempo, los protagonistas del saqueo están sacados de aquellos años de porno-opulencia municipal en los que Gil ejercía de monarca, Muñoz de virrey y Pantoja de consorte. Si cometieron delito continuado, tal y como asegura la sentencia, es porque se veían impunes al castigo y muy por encima de la Ley, se sentían casta poderosa. Muñoz y Pantoja llegaron a escribir una carta dirigida al entonces presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Cháves, en la que pedían amparo para que dejaran de perseguirles las cámaras. Y mientras tanto ellos a lo suyo: trabuco, patilla, bolsas de basura, carreta en El Rocío, exclusivas y dinero negro que entraba y salía con total normalidad.
Por supuesto los palmeros también a lo suyo: básicamente a reírles las gracias en cuántos programas de televisión aparecía la feliz pareja. Muñoz y Pantoja fueron populares, mucho, y sus paseos por las calles eran acompañados de vítores ciudadanos que los tenían por la reencarnación de Sissi y Francisco José pero con chanclas de bajar al chiringuito. Críticos con aquel régimen hubo muy pocos, eso también hay que recordarlo porque no se dio una feroz oposición municipal, y si abundan en las hemerotecas reportajes de peloteo con mucho corazón-corazón emitidos desde ese monasterio de la espiritualidad occidental llamado Puerto Banús.
En aquellos días Isabel Pantoja firmó un contrato para ser la imagen de Marbella y, en efecto, hoy es la viva imagen de lo que fue el esperpento del virreinato de Cachuli I “El Breve” en la Costa del Sol. La idea inicial era que Marbella se aprovechara de la imagen de la cantante, lo que no sabían era cuánto se iba a aprovechar la cantante de Marbella. Lo que dice la sentencia no es que la señora Pantoja fuera víctima de un hechizo de amor de un mal hombre, lo que reconoce es que participó de manera activa en el negocio delictivo. Se libra de la cárcel por los pelos pero de lo que no se libra es del deshonor de haber robado con todas las letras. Isabel Pantoja ha estado a un paso de grabar el disco “Yo soy presa” que hubiera llegado a lo mas alto de las listas, (“listas” sin segundas intenciones).
Su desmayo a la salida del juzgado representa la caída del Imperio Cachuli mucho mejor que un cuadro histórico del XIX. Ni con abanicos pudieron evitar el sofoco teatral en exceso. Si se hubiera tatuado el nombre de Muñoz en el brazo le habría dolido menos pero igualmente la marca al fuego del deshonor la va a llevar de por vida. Vaya manera mas tonta de dar el cante, (por peteneras). Pena, penita… penal.

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