(“EL BOLETIN“, jueves 11 de abril de 2013)
Pocos conocían la identidad de este ex diputado regional del PP en Canarias hasta que anoche escribió en twiter que como un perro flauta le acosara con un escrache le iba a volar la cabeza de “una hostia”. Don Sigfrid el “indignado”, (pero de verdad), basa sus palabras en el argumento penal de la legítima defensa que a todos nos asiste. Pero esa legítima defensa tiene que darse como reacción a una provocación previa que no se ha producido, por lo tanto el cabreo es un calentón preventivo, es decir lo mismo que le ha pasado a Kim Jong-un de Corea del Norte con Estados Unidos. No vale la legítima defensa basada en que un día alguien le pisó un callo a un amigo.
En el PP este sujeto contaba poco y menos a partir de ahora porque le han apartado de sus cometidos internos. Tampoco representa una corriente de opinión y mucho menos lidera a un barra brava de políticos enaltecidos ante la barbarie de las calles tomadas por las huestes del mal. Puede relajarse porque no hay tal cosa aunque alguno disfrute elevando el tono y haciendo comparaciones con los nazis que tan socorridos son a falta de argumentos. Además, ayer el ministro del Interior estableció una distancia mínima para hacer escraches ante viviendas de los políticos. Es decir que Sigfrid eligió un mal día para irritarse, quizá la razón de su enfado sea otra que desconocemos pero miedo da que se cruce por la calle con un perro flauta y le arree una patada al can porque cuando uno se calienta no repara en razas ni en flautas.
Eso sí, el amigo Sigfrid se ha ganado un puesto en las tertulias televisivas de la noche en las que se dialoga de todo con moderación y argumentos. Alguien que presume de ser de la doctrina del “¡que te pego, leche!”, puede llegar muy alto como opinador en la TDT. Dos leches y te visto de limpio, dos leches y te pongo el reloj en hora, dos leches y te vas a la cama calentito. “Usted no me “escrachea a mí”, ¡pero quién se ha creído que es!”, y así podemos hacer una lista de cosas que no se pueden comentar. No conseguiremos un país más justo pero desde luego que sí mucho mas antipático.
Aquí lo que nos falta es cabeza y algunos presumen de huevos, así no vamos a ninguna parte. De todas las propuestas políticas que haya realizado don Sigfrid en su vida parlamentaria y seguro que han sido “cienes y cienes” va a pasar a la historia por una metedura de pata colosal además de innecesaria. De momento no se ha legalizado la Asociación de Amigos del Rifle, y tampoco la Asociación de Alergia a los Perroflautas. Prudencia, moderación y sosiego. Menos miedo a la calle que es dónde está el voto, por cierto. Y si la calle protesta es mejor escucharla que levantar muros o hacerse el coreano del norte.
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Etiquetas: escraches, Sigfrid Soria