(“LA GACETA DE SALAMANCA“, domingo 7 de abril de 2013)
El deporte no siempre es salud y si no que se lo digan a la infanta Cristina que por culpa de unos Juegos Olímpicos se le cruzó en la vida un jugador de balonmano. La infanta no puede desligar su condición de afín a su marido así como tampoco puede negar que es la hija del rey. Todo forma parte de la teoría de la pared, quién mas y quién menos nos apoyamos en otra persona próxima de la que no nos podemos desligar. Sucede que en el caso de la infanta también se apoya en la línea sucesoria y eso son palabras mayores en una institución basada en la sangre y en la herencia, de ahí que se le pudiera pedir una mayor ejemplaridad de la que ha tenido al margen de la situación procesal que decidan en el juzgado.
Es verdad que Cristina no puede desligarse de ser hija de su padre y que esa circunstancia podría haber sido relevante, según Torres, para que Nóos hiciera caja con fines espúreos porque el aún duque parece que tenía intenciones crematísticas allí dónde se leía entidad sin ánimo de lucro. En eso está la pelea técnica del fiscal con el juez y en los próximos días sabremos si la infanta tiene que pasar por el juzgado pero la extraña situación afecta al resto de personas “adosadas” a su vida: padre, marido, institución y hasta la marca España según Margallo. Esa responsabilidad en cascada provoca que las ondas del lago en el que ha caído la piedra de la sospecha lleguen a los pies del príncipe y que algunos maniobren para que convenza al rey para que abdique.
Cristina está entre varios frentes, ninguno bueno: el matrimonio, la antigua representación en Nóos, los correos que pudiera aportar Torres y su propio destino. No se trata de un escándalo más, huele a cambio de ciclo. No se escuchan los tambores republicanos por el monte pero si que a la monarquía le corresponde marcar un nuevo rumbo si no quiere que el ciudadano deje de creer en ella y empiece a pensar por sí mismo. Una infanta imputada es malo y una infanta indultada por la fiscalía anticorrupción antes de tiempo también es mal asunto.
Para la defensa se ha contado con Miguel Roca, padre de la Constitución, y por lo tanto personaje secundario de “Cuéntame”. El abogado simpático que va en moto y representa a Urdangarin ya no vale. A Roca le han llamado desde Zarzuela porque el rey asume la defensa de su hija, (lo haría cualquier padre), pero entonces el rey deberá asumir también las consecuencias de la imputación.
Demasiadas cartas se apoyan en este castillo de naipes construido en un lugar desprotegido de los vientos. Si alguna cae hará un gran estruendo con epicentro en el chalet millonario de Pedralbes, “Villa Ambiciones II”.
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Etiquetas: Cuéntame, Infanta Cristina, Miguel Roca, Urdangarin