Mas el discreto

(“EL BOLETIN“, miércoles 3 de abril de 2013)

Cuándo se admite la existencia de una puerta secreta y se comparece a través de una pantalla de plasma entonces la política pasa a una tercera dimensión: la de lo desconocido. A partir de ese momento el presidente del Gobierno deja su función principal, la de presidir y explicar sus razones para convertirse en una parodia de Bitelchús.
Secundarios de oro como el presidente Mas ayudan a alimentar el misterio monclovita en el que hemos conocido que existen entradas ocultas a luces y taquígrafos propias de reportaje de “Cuarto Milenio”. Será que aprovechando la inminencia de la semana santa a Artur Mas le colocaron un capirote y pudo pasar disfrazado de penitente ante las cámaras de televisión, o que le dieron una moto y un casco para que al llamar dijera que era el de Telepizza. Una reunión secreta que perjudica a Mas puesto que el máximo representante de los catalanes no se merece ser recibido por la gatera de forma discreta, tanto que ni siquiera le han dejado a él ser quién filtrara la noticia. Mas se ha prestado al esperpento capitalino motivado por causa económica de fuerza mayor.
Todo lo que sucede alrededor de Moncloa es algo telúrico, ignoramos que ocurre ahí dentro aunque nos llegan ruidos que nos hacen sospechar algunas cosas. En tiempos de Aznar se podría pensar que esos ruidos procedían de las pistas de squash pero ahora no sabemos qué ocurre realmente porque a Rajoy le gusta imprimir el carácter de discreto a todos sus actos. Estuvo en Doñana y no se notó, regresó del coto y tampoco se ha notado nada. A veces sabemos que viene Rajoy porque a su lado camina Moragas, esa es la única pista fiable a la que nos podemos atener.
Y no habrá preguntas de la prensa para seguir instalados en la niebla del poder que tiene vida propia. Podríamos sospechar que La Moncloa está mas lejos de lo que parece, inmersa en un bosque de Baviera en lugar de ser ese palacete rodeado por la carretera de La Coruña y la M-30. Un bosque que cruzó Mas vestido de “caperucito rojo” portando la hucha de las grandes ocasiones. Lo hemos sabido porque la abuelita se ha ido de la lengua y se lo contó al cazador que tiene un amigo en producción de “Sálvame”.

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