(“COLPISA”/VOCENTO, jueves 21 de febrero 2013)
Rajoy llevaba un tiempo evitando el contacto físico con Rubalcaba y no le salió tan mal en el primer debate sobre el estado de la nación. El presidente del Gobierno fue a contar lo suyo y Rubalcaba trató de sacarlo del carril con menciones a Bárcenas, ese sujeto que ya no trabaja para el PP pero que si lo menta Rubalcaba la bancada popular se pone hecha una hidra.
El debate hubiera sido otro si el líder de la oposición no se pareciera tanto a aquel dirigente político que estuvo durante la agonía del “zapaterato” y que tanto se parece también al Rubalcaba que caminó junto a Felipe González. Con razón Bono decía que las primarias habían hecho mucho daño al partido. Ese curriculum fue la palanca con la que Rajoy desactivó los golpes que le llegaban en forma de llamada a la línea sentimental: vaya usted a un comedor, vaya a una cola del paro o vaya usted a hablar con los desahuciados. Eso sí, Rubalcaba es un “gremlin” cuando le pisan y se revuelve diciendo que España está intervenida por los hombres de negro que nos vigilan y da bastante mal rollo.
Rajoy y Rubalcaba son como dos planetas que pueden pasar cerca uno del otro pero que cada uno navega por el espacio con su atmósfera propia. El eslogan de “¡maldita sea!” por no haber llegado a un acuerdo en su día por los desahucios sonó a hueco, tanto como decir que los socialistas hacían una oposición de Teresa de Calcuta.
La suerte de Rajoy fue que no se salió del guión establecido, no quiso entrar en el terreno de la corruptela, ese era el campo de hierba mojada en el que quería desenvolverse Rubalcaba pero Rajoy no cayó en la trampa del “y tú mas”. Lo peor para el líder de la oposición es que le recordó que le quedan tres años de legislatura para seguir en su escaño de opositor porque él no pensaba dimitir. Nunca la oposición lo tuvo tan fácil ante un Gobierno en horas bajas pero es que Rubalcaba se parece mucho a Rubalcaba. Rajoy tiene la sartén y el mango, aunque las encuestas del CIS le castiguen tampoco premian al PSOE, fiel reflejo de lo que ha pasado en este debate en el Congreso.
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