La verdad con B

(“Las Provincias“/VOCENTO, martes 12 de febrero 2013)

Que Bárcenas es un tipo extraño lo dice su propio aspecto y su porte de chulo de “boite”. Bárcenas, apodado por la trama Gurtel como “Luís el cabrón”, juega al claroscuro de las malas intenciones en las que se mueve como por Suiza con unos esquís. Su carta de presentación son unas fotocopias pero en el fondo existe la voluntad de desequilibrar al PP, algo que por otra parte no cuesta tanto porque se desequilibra solo. Si Bárcenas sabía que aquella letra no era suya tardó demasiado tiempo en contárselo al juez, durante el primer fin de semana del escándalo se dio al club del gourmet y no dejó restaurante vivo desde Andorra a Poitier. A Bárcenas el lío le venía muy bien, su pose de “yo no sé nada” tiene tanta credibilidad como una imitación made in Taiwán.
Esta verdad con B que apesta a nuestras instituciones por encima de los pagos en sobres deja patente que no se ha cuidado el rebaño. Cuándo Rajoy dice que no destituye a la Ministra de Sanidad para “ser justo”, ¿a qué justicia se refiere? Lo de Ana Mato es insostenible en A, en B y en perifrástica, ya lo ha dicho Feijóo este fin de semana. Esconderse tras el flequillo y poner cara de ex alumna de las ursulinas no vale. Convertir el asunto Mato/Sepúlveda en una cuestión de Estado es una temeridad porque estamos para pocos sustos, antes que eso Rajoy tenía que querellarse contra Bárcenas y no lo ha hecho, (la ex ministra Ana Palacio si). Creer en la palabra de Bárcenas cuesta mucho pero dar por buenos los argumentos de Ana Mato es admitir un dogma de fe, un trágala. Por un lado tenemos fotocopias y por otro palabras huecas, hay poco sitio en el que agarrarse y mucho vacío de inteligencia.
Bárcenas tiene mas peligro por lo que pueda saber de Génova que por unas fotocopias. Estamos ante el primer aviso, algunos asuntos del pasado que han sacudido al PP estarían muy cerca de una filtración del ex contable. Lo que es peor es que queda claro que en el PP nadie se entera de nada, sobre todo Floriano que es la persona encargada del control interno. A Sepúlveda le han largado pero no sabemos cuánto ganaba, qué informes hacía y a quién los reportaba, (¿sería una investigación sesuda acerca de los números de la Primitiva?). Se ignora si Sepúlveda al que “dimitió” Aguirre al primer olor chamusquina conservaba tarjeta y teléfono del partido; no extraña el cabreo que tenía Aguirre en la última reunión de la dirección madrileña.
La verdad con B del Partido Popular son las numerosas causas judiciales que tiene pendientes, en Valencia es un desfile post-carnaval. La verdad es lo incómodos que se sienten los dirigentes nuevos, los que no estuvieron en la boda, (con B), de El Escorial. Pienso en los que repudian la idea de que todos los políticos son iguales. Esto no se soluciona haciendo pública la Declaración de la Renta, ni mucho menos. Como diría Gila: aquí alguien ha metido a alguien, y dejen de echar ambientador.

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