(“COLPISA“/VOCENTO, martes 22 de enero 2013)
Después del famoso fin de semana del “no me consta” al PP no le han quedado mas cáscaras que reconocer que tienen una vía de agua provocada por un ex contable infiel. Han tardado pero al fin Mariano Rajoy ha tomado la iniciativa y pone en marcha una investigación interna y externa. Se supone que a Rajoy le consta el malestar ciudadano, le consta el cabreo de los dirigentes populares que no cobraron sobres, le consta la desazón de mandos intermedios y de concejales del PP que ni conocen a Bárcenas de vista, le consta el malestar de sus votantes y le consta que están sometidos a una lupa de control mediático. Esa comisión no solo debe depurar la verdad también ha de recuperar la confianza ciudadana. Regenerar empieza por B de Bárcenas.
No le falta razón a Esperanza Aguirre cuando afirma que estamos ante lo que puede ser una de las mayores crisis de la democracia, (y que puede acabar con la confianza del votante harto y cabreado). También acierta la presidenta del PP madrileño al afirmar que su partido puede salir reforzado; aclaremos que se refiere al partido y no tanto Rajoy y Cospedal. Lo que no es de recibo es que ahora se den por enterados de que tenían un problema de 22 millones de euros en una cuenta en Suiza. Ese ímpetu arrebatador por buscar la verdad de alguien que apartaron expresamente por opaco, (Bárcenas), recuerda aquello que dijo el banderillero de Joselito cuando le sopló la máquina al llegar a Atocha después de un viaje interminable desde Sevilla: “¡esos cojones en Despeñaperros!”. Es decir, antes porque en el andén de Atocha somos todos muy chulitos, el callo hay que darlo dónde se debe y en el momento oportuno.
En la celeridad y en el acierto por resolver el caso Bárcenas está en juego la credibilidad de un sistema democrático muy tocado por escándalos sucesivos. Al lado de Urdangarín, o de Bárcenas, Julián Muñoz “Cachuli” es un robaperas, un pringadillo, un mangante de cuarta. Lo que cansa es la sucesión de estafas morales y económicas que ha tenido que soportar el ciudadano que asiste a estos espectáculos infames que se despliegan ante él cada mañana.
Hasta el momento las buenas palabras no han servido de nada, se exigen penas ejemplares e investigaciones que limpien con cepillo de púa una sensación dolorosa. Y en ese “caiga quién caiga” deberán figurar aquellos que metieron la mano en el cajón del pan y quienes lo consintieron. Un PP mas fuerte como decía Aguirre pero sin algunos de sus protagonistas actuales.
En caso de que la investigación le eche la culpa a Cascos, o no ofrezca explicaciones convincentes entonces quizá haya que recordarle a Rajoy que esos ánimos, ese ímpetu, esa reacción fulminante, ese aquí mando yo… en Despeñaperros.
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