Zombis de paseo

(“OTR/Europa Press, miércoles 2 de enero. 2013)

Una de las muestras de lo mal que se nos da estar en familia es que por la tarde los centros comerciales se llenan de manadas completas dando un “paseíto”; desde el abuelo al niño en el carro pasando por la novia recién incorporada y una tía que ha venido a pasar la Navidad. A mayor mogollón y cuánto más impersonal sea el centro mucho mejor. ¿No dice De Guindos que de la crisis vamos a salir todos juntos?, pues de los centros comerciales también y apiñados en el coche sin respetar el número de plazas establecido.
Nos quejamos de las aglomeraciones pero la tendencia a ser gregarios nos puede. El mismo fenómeno que en verano lleva a que todo el mundo se apiñe alrededor de la primera sombrilla que coloniza la playa se da en Navidad: gente que da vueltas detrás de otra gente que a su vez mira escaparates y compra poco. Aunque haya crisis la costumbre por mirar no nos la quita nadie, el ojo se nos alegra como decía Julio Camba que le pasaba al besugo en la capital, “el besugo es el mas madrileño de los pescados de mar”, escribió. Y, por supuesto, nos paramos en los lugares mas concurridos llevados por esa inercia coral formando atascos humanos en los que luchan a espada para sobrevivir las colonias regaladas.
Lo que mas se lleva es el paseíto por una tienda sueca de muebles seguido por un centro comercial con salas de cine, y por supuesto con grandes colas para ver el Belén, en el pasillo de los lavabos y en las tiendas de chucherías. El gran centro comercial sustituye al paseo entre chopos y nos mete en un clima atemporal dónde nunca llueve o hace frío, eso sí la falta de sol nos deja la piel como la de los pollos, un fracaso de melanina. Y, también, un lento arrastrar de pies que es mas propio de zombis aturullados que caminan hacia lo incierto y buscan la luz o en su defecto la escalera para subir de nivel. Siempre juntos, unidos en manada como los elefantes bajan al río a beber. Como diría Dante fuera de esos centros no hay salvación y el abuelo que se fastidie si no puede seguir a los demás.
Son unos días magníficos para ir a contracorriente porque la masa se concentra en ciertos lugares aunque también ha descubierto el placer por dar vueltas en los museos que son gratuitos los festivos. De nuevo repiten el ritual solo que en esta ocasión a los niños no les pueden comprar helados porque acabarían pringando los marcos de los cuadros.
Esta energía que produce el mogollón cuándo se concentra se podría canalizar y ahorraríamos en el recibo de la luz que ha subido también en este 2013 por estrenar y ya tan caro. Nada, a la cola de los zombis para quitarnos este complejo de pobres.

Compartir:

Deja una respuesta

*