(“OTR/EUROPA PRESS“, miércoles 14 de noviembre 2012)
El portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, pide a Ignacio González y Ana Botella que se dediquen “a gobernar” que es una manera de separar una pelea de patio de colegio. Se equivoca el portavoz si cree que la discusión es cosa de niños, muy al contrario se enfrentan dos modelos de gestión “pepera” que siempre fueron incompatibles, por un lado la manera de actuar directa de Aguirre y por otro la distancia en el tiempo para que los problemas maceren “a lo Rajoy”. Ambos modelos no coinciden ni en la hora; se nota en la manera de gestionar las crisis.
Pero como en el fondo en el PP tienen un miedo atroz a Esperanza Aguirre que sigue siendo presidenta del partido en Madrid, lo suyo es hacer como que aquí no ha pasado nada. Y pasa desde que Ana Botella se ha creído que usar el despacho de Gallardón le lleva a ser un verso libre y a reeditar pugnas de poder para hacerse con el partido cuándo no toca. Desde la Comunidad le animaron a tomar medidas en el caso del Madrid Arena y lo único contundente que ha hecho la alcaldesa es encomendarse a la virgen de La Almudena igual que Fátima Báñez le pedía brotes verdes a la del Rocío.
No es el modelo Aguirre el mismo que el de Rajoy, cierto, pero tampoco lo fue en su día como el de Valencia o Mallorca. Entonces en Génova trataron de armar un eje Madrid-Valencia que Camps recorrió varias veces con entusiasmo cuándo iba de delfin de Mariano en aquellos años en los que cualquiera se ofrecía para ayudar cuándo en realidad se medían la ropa unos a otros incluido el caído Matas. Aguirre puso distancia en la Gurtel mientras que en Valencia siguieron defendiendo lo imposible hasta rozar la opereta cómica que acabó con un ex presidente en el banquillo. Con esos antecedentes hay que ser muy ingenuo como para pensar que el aguirrismo iba a tragar con Ana Botella jugando a saltarse las normas internas porque ha adelantado de manera torpe la salida de Aguirre de la escena política, y entendió que el poder regional se hereda como tantas otras cosas le han caído en sus manos en esta vida.
Gobernar también se hace sin balón y se gobierna hasta dando codazos tipo David Navarro, la política tiene riesgos cuándo hay juego aéreo. Pedir a González que se dedique a gobernar es bastante ingenuo por parte de la dirección nacional, que le pregunten a Botella si no lo hace y hasta qué punto puede estar arrepentida de su envite adelantado. No era el momento, ni el lugar, ni se daban las circunstancias. Lo de Ana Botella es un error de estrategia bastante grave, tanto como firmar dónde no debe.
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