Se llama Pepe Blázquez y lleva toda la vida en la cocina y en el alma del restaurante Salvador, en la calle Barbieri número 14. A Pepe le debo, además de la mejor merluza frita del mundo el mejor rabo de toro. Pepe lleva toda su vida en los fogones y en la dirección de este restaurante que es único.
En sus paredes cuelgan fotos y cuadros de toreros. Allà se reunÃa la Peña “José y Juan”, por Joselito y Belmonte. Se trata de un local que su tÃo Salvador compró en el año 1914 y asà hasta convertirlo en el mÃtico punto de encuentro que tuvieron DominguÃn y Ava Gadner.
Pepe me ha contado las mejores historias de Madrid que conozco, ya sean éstas taurinas o carnales. Y le tengo el aprecio de un amigo importante.
No quedan muchos lugares a los que puedas ir a comer y, además, salgas con el alma llena de buenos recuerdos.
PodrÃa estar varios blogs contanto historias: como aquella de que la muerte lleva sombrero cordobés, según decÃa DominguÃn, o que en el cementerio de San Fernando en Sevilla la novia de Joselito le llevó flores rojas hasta que murió con 86 años, y aún hoy se pueden ver porque dejó un dinero para cumplir con esa voluntad.
Y, a todo esto, Pepe entra a matar con la merluza de pincho y sale cada tarde por la puerta. Por eso apenas usa el coche para ir a casa.
Este es un post de personas, no de toros. De cuentos, no de héroes. De amigos unidos por mano, brazo y homo-plato de garbanzos con bacalao.
En este caso antepongo el sabor al saber.
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Sobre todo me gusta cenar fuera, la comida, para mÃ, es rápida, funcional, coma sola o en compañÃa, después hay que seguir trabajando, funcionando… Sin embargo salir a cenar implica otro ritmo diferente, es el encuentro con alguien con el que quieres pasar tú tiempo, implica conversación, risas, camaraderÃa. Pero aún es mucho mejor cuando cenas con un grupo escogido de amigos en tú propia casa. Entonces la atmósfera que generas es más selectiva, más distinguida ya que no “metes” en tu casa a cualquiera sino sólo a aquellos con los que te identificas en un grado mayor. No sé si para vosotros existe la misma diferencia…
Menú para cena informal en mi casa:
Ensalada de rúcula y tabla de quesos e ibéricos con vino tinto. El postre lo traéis vosotros.
Me encantarÃa invitaros a cenar a todos los participantes de este blog.
Victoria
Estoy babeando con los platos que propone Pepe, y los que propone Victoria. Y es que no hay nada como unos ricos platos al centro para unir a las personas (le regalo la idea a Zapatero para su alianza de civilizaciones).
Me ha encantado lo del homo-plato. Creo que habrÃa que incluirlo en la escala evolutiva.
Bárbara: serÃa la Alianza de los Cucharones, pero ya me conformarÃa con aquello que dijo Lula cuando llegó al poder: “¿Mi programa?: que todos los campesinos de Brasil desayunen, coman y cenen”.
Yo creo que para ser un buen cocinero hay que ser un mejor contador de historias, porque a los platos se les ama como a los amigos, y a los clientes se les tiene el punto cogido como a los buenos guisos. Somos lo que comemos, nada menos. Somos una serie de jugos gástricos que nos reclaman a hora cierta. Y, tal vez, también seamos el postre de las emociones compartidas.
Victoria: creo que no sabes dónde has hecho ese ofrecimiento. Te van a salir más clientes que a Arguiñano después del Ramadán.
Todo lo importante en nuestra vida ocurre entorno a una mesa, y todo lo definitivo: nacimiento, sexo o muerte, en una cama. Por eso no me gusta comer en la cama.
Rafa, has hecho como DominguÃn después de la ‘faena’ con/a Ava Gadner. Salir corriendo a contarlo.
No tengo el gusto de haber yantado en Salvador y eso que conozco cenáculos de la villa y corte, pero seguiré la recomendación del ‘Gourmetour de Rute’, nuestro particular Xavier Domingo sureño.
Y a Victoria, que no porfÃe, que me hago el camino de Santiago al revés, desviándome hacia el centro, y me planto con una caja de ostras de Arcade.
Carlos: pues no dejes de ir, y si lo haces, avisa para acompañarte.
Me gusta que este blog haya servido para crear un club gastronómico en lugar de un club de opinión. DecÃa Tono, el genial humorista, que el mejor amigo del hombre no era el perro sino el bocadillo de chorizo porque “cuando tienes hambre, ¿para qué quieres a un perro?”. Y es verdad.
Victoria algún dÃa alguien llamará a tu puerta y dirás “¡Ostras, PedrÃn!”, y serán ostras de Carlos que es muy cumplido.
Bueno, que me alegro mucho de que coincidais porque si hay cielo, (que lo dudo), está en el cielo de la boca.
Es una pena que no vivamos todos en el mismo lugar porque, si asà lo fuese, os aseguro que todos estarÃas invitados a cenar el próximo sábado..
Carlos, hay que ver que “puntazo” con las ostras. En Galicia también tenéis buenos quesos que podrÃan incorporarse a mi tabla. Aunque lo que nunca podrÃa faltar a una cena es la Tarta de Santiago o, como olvidarlos,
los polvorones de Rute….
Victoria.
Quesos de la D.O. Arzúa-Ulloa (tetilla de toda la vida), del Cebreiro…
Y buenos lacones de LalÃn -a cada cerdo le llega su S.MartÃn, nunca mejor dicho hoy- con grelos de Ã?rdenes-Oroso, empanada de zamburiñas…
En Galicia presumimos de no tener cocina ya que el producto habla por sà solo. Y cómo habla.
Recuerdo unos representados mÃos, fabricantes valencianos, a los que les metà semejante mariscada entre pecho y espalda, hace unos 15 años que, aún hoy, ya jubilados, me siguen ‘haciendo la ola’. Desde aquélla, sólo rezan al ‘Dios Centollo’, un cabrón con patas que no pone penitencias, las redime.