(“La Gaceta de Salamanca” , 24 de julio 2012)
Me contó una vez Fernando Argenta, músico, periodista, mítico director y presentador de “Clásicos Populares” y a su vez hijo de afamado director de orquesta, que la primera vez que cogió una batuta para situarse en el atril y dirigir la partitura notó algo raro porque los músicos se iban parando como uno de aquellos discos que perdían revoluciones en un plato de los antiguos tocadiscos. El problema era que Argenta estaba disfrutando de la música como oyente y no trabajándola como un director que debe estar algunos compases adelantado para que no ocurra que la orquesta muera víctima de un ataque de pereza.
El verano es muy dado a actuaciones de orquesta en las fiestas de pueblo, y mucho más ahora con la crisis porque se tiende a gastar poco y a clonar canciones a ritmo de chunda-chunda. La orquesta de Moncloa pierde revoluciones porque su director está más preocupado por el presente que por lo que tiene por delante, y le puede pasar a Mariano Rajoy lo que le ocurrió a Fernando Argenta. La diferencia es que Argenta había pasado muchos años en el conservatorio y supo levantar a la orquesta, y Rajoy en pocos meses se ha comido la credibilidad que Zapatero tardó dos años en engullir a base de “pastillas para no sentir” como canta Sabina.
Y cuándo uno no es capaz de dirigir la orquesta sucede que otros se hacen con la batuta y ahí está el primer violín del Gobierno que es Gallardón al que no le amargaría encabezar un Gobierno de parche y remiendo con apoyos del PSOE para asuntos puntuales, de nuevo Rubalcaba al quite. En verano además de tiempo para orquestas también lo hay para cenas y parece que en Madrid se prolongan más de la cuenta porque los “músicos” del Gobierno andan descontentos y algunos se ven en paro inminente. Para hacerse Gallardón con el mando sólo sería cuestión de que Rajoy renunciara y que el PP presentara a otro candidato alternativo, (algo que se le propuso en su día al PSOE en la última época del cuestionado Felipe González). Gallardón se mueve muy bien en Madrid dónde ha sido senador, presidente autonómico, alcalde y ahora ministro. Le gusta pastelear llegado el caso, sólo hace falta recordar que cuándo Aznar estuvo dos meses largos sin poder formar gobierno, en el 96, un semanario le dedicó una portada de presidente que no se encargó de desmentir ni mucho menos. Él siempre ha estado ahí y lo demostró aquella tarde/noche en la que bajó en ascensor desde la séptima planta de Génova con Esperanza Aguirre a la que le dijo que se iba porque Rajoy no había contado con él para las listas. No era cierto, no se marchaba, tan sólo se trataba de otra maniobra de imagen.
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