Elefantes y cacharros

(“Europa Press/OTR“. 11 de abril. 2012)

Una regla no escrita de la física de desván afirma que cuándo un elefante entra en una cacharrería el tumulto es notable. No es tanto que el elefante vaya a causar daño sino que una vez tirada una cafetera todo se vuelve estruendo y caída de cuadros, espejos y sables oxidados. El Gobierno parece empeñado en seguir la senda del elefante en el desván y de ahí este baile de comentarios a título privado, de notas de prensa, de vaticinios negros y el consiguiente vacile de los mercados que aprovechan la mínima para azotar a la prima de riesgo. El mercado cuándo huele debilidad ataca, esto lo saben los ciervos que abrevan en los lagos de los reportajes de La 2 y los economistas consultados.
De momento el cambio en la presidencia y las medidas anunciadas no calman las iras. El Gobierno puede seguir una temporada argumentando que la herencia recibida fue lamentable y que los cacharros estaban tan sueltos que se hubieran caído sí o sí; puede decir que nada estaba en su sitio en la cacharrería del buen rollito que le traspasó Elena Salgado antes de dedicarse a la dulce vida de consejera de multinacional. Pero tampoco puede negar el Gobierno es una muy cierta descoordinación en su política de contar logros y sucesos. Para entrar en la cacharrería es mejor elegir otro disfraz que no sea el de paquidermo, los hay mucho más prácticos y que no provocan desprendimientos de latón.
Lo que parece claro es que la salida no le corresponde sólo al Gobierno y que urge un pacto de Estado, no nos jugamos la credibilidad de Rajoy se trata de algo mas serio y que puede ser más doloroso a corto plazo. En este punto o se reúnen los vaqueros alrededor de las caravanas para preparar su defensa o los indios se van a dar un festín de cabelleras españolas. Aquí sobran catastrofistas y faltan voluntarios para ayudar a salir de la cacharrería sin pisar los objetos que ya están en el suelo. Si se logró en los famosos Pactos de la Moncloa se puede reeditar ahora y con mayor motivo. Y para eso hace falta un entendimiento entre las fuerzas políticas, en otro caso nos esperan los colmillos de los mercados con ganas de hincarnos el diente.
El resto: fallos en comunicación, notas de prensa a deshora, desmentidos y desaciertos no son más que paisaje. Aquí lo importante es salir del atolladero con el elefante reculando y sin que agite mucho la trompa porque algo podremos aprovechar de las cosas que se han caído al suelo, algo podremos hacer con este desconcierto que es una tortilla de reproches cocinada en aceite de venganzas. Todo muy español y cainita pero justo ahora no toca.

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