( “COLPISA”/VOCENTO, 6 de marzo, 2012)
No olvidemos nunca a Groucho aquel genio que dijo que cuánto más conocía a los hombres más amaba a su perro. Y sobre todo tengamos presente otra de sus sentencias: “disculpe que les llame caballeros pero es que todavía no les conozco bien”. Sólo con la filosofía de Groucho se puede entender la “ética” de una señora llamada Laura Gómiz y que presidía una sociedad llamada Invercaria, (todo un entramado “llamado” a sufragar amigos y parientes en Andalucía). En una de las conversaciones intervenidas la señora Gómiz admite que si tuviera ética no estaría trabajando en esa organización. Amén.
Lo que toca ahora es Invercaria pero antes tuvimos Gurtel, Malaya, Gescartera, y un largo etecé que entronca con la noche de los tiempos, pasa por los Siete Niños de Écija, un cuñado de “El Tempranillo” y un primo de “El Pernales”. Y todo lleva a la más amarga de las melancolías porque se comprueba que junto a la crisis económica cabalga en paralelo una crisis moral que cada día nos abre más los párpados y nos lleva de asombro en pasmo. España es un buen lugar para instalar un parque temático del delincuente sin complejos; uno empieza a pensar que llevar el trabuco al cinto debería estar tan autorizado como manejar un abanico cuándo llega el calor.
A la señora Gómiz la ética se la sopla como sopla el viento en las velas del Juan Sebastián Elcano: a mayor escarnio más dulce será su travesía. Su nombre se añade al de una larga serie de malos gestores que podríamos colocar en un muro de las lamentaciones que luego pudieran consultar las generaciones venideras. En cierto sentido nadie mejor que ella podría ejercer su trabajo puesto que al carecer de ética se carece de escrúpulos y se llega muy lejos, todo es cuestión de extirpar el músculo de la buena conciencia y ya está, asunto solucionado y ya se puede ejercer el latrocinio sin miedo a tener resaca. Si la cosa le fuera mal en la administración pública siempre le quedaría el refugio de una buena tertulia en televisión desde la que impartir sus conocimientos.
Los no éticos, los que presumen de poner por delante su interés a la buena gestión, llenan las calles con sus coches oficiales de tal manera que parecen zombies con cocheros. Mucho se habló de la Gripe A pero estos si que son una plaga con ganas de conquistar el mundo. La ética la apartan, la dejan a un lado y siguen porque nadie les va a detener en su camino. A su lado corre peligro todo lo que brille, de hecho el tesoro de la Mercedes ha estado seguro durante doscientos años en el fondo del mar; ahora que ha vuelto a España es cuándo corre mayor peligro. Es mejor estar en un pecio que caer en manos de necios que además no tienen ética porque la han empeñado.
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Etiquetas: ética, El Tempranillo, Gripe A, Invercaria, Laura Gómiz, trabuco