(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 19 de febrero. 2012)
Comienza el gran carnaval en Brasil, (en España seguimos metidos en él). Este año el disfraz que más se lleva por estos pagos es el de no culpable con chorreras verdes acompañado de indulgencia plenipotenciaria para decir las sandeces que vengan en gana. Por disfraces no será, por ganas de dar la nota tampoco, y mucho menos por falta de hacer unas risas. La esencia del carnaval es saltarse las normas durante un tiempo para disfrutar del anonimato que da la máscara; esto se puede conseguir adquiriendo un traje en condiciones o por el contrario con una cara muy dura y sin complejos.
Ha sido aparecer Franco en ARCO dentro de una máquina expendedora de bebidas, (ciertamente para re-fresco él), y brotar decenas de viejas camisas azules franquistas dispuestos a poner los límites de la decencia en el arte. Habría que dar el premio de la presente edición de ARCO al creador de Franco-fresco porque ha logrado dotar a su figura de un realismo sorprendente. Si no se hubiera parecido tanto, en lo físico y en la intención, los verdaderos franquistas no se hubieran molestado, pero en el fondo escuece que el general esté encerrado entre neones.
Lástima que no tengamos aquí desfiles coloristas como los de Río de Janeiro dónde disfrutan de un “sambódromo” en la ciudad para ensayar todo el año. Nuestros disfraces no podrán competir en colorido con los culos prietos de mulatas y mulatos, pero nadie nos gana en mala leche. Por ejemplo, está bien pasmarse ante el “mulaterío” de carroza pero no me digan que no es para quedarse de pasta de boniato al contemplar el disfraz de banquero subvencionado con dinero público; uno de esos que entienden que los beneficios son privativos pero los maleficios es más sano repartirlos entre todos los ciudadanos. Ese disfraz se vende mucho entre los más desahogados y viene con un puro de pilas que echa humo como los auténticos vegueros dominicanos, (tabaco cubano no fuman en público por coherencia ideológica, en privado sí, por supuesto).
Tampoco olvidemos que el carnaval es el tiempo de la carne suelta y lozana, en nuestras televisiones tenemos chulazos y chicas de coro que podrían dejar boquiabierto a la mejor escuela de samba de Brasil. Y, si su presencia pudiera parecer recatada, el elenco se puede completar con unos cuántos tertulianos que todo lo saben y muestran sus carencias intelectuales sin pudor.
Ya pueden ir renovando el repertorio en Brasil porque de aquí a unos años les superamos en descaro “per cápita” y nos convertimos en reyes del carnaval a tiempo completo. Por miedo a enseñar nuestras vergüenzas no será.
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Etiquetas: Brasil, Carvanal, disfraces, España, Franco., tertulianos