Vecinos y amigos

(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 12 de febrero, 2012)

Conozco pocos casos de vecinos de frontera que se conozcan tan mal, a pesar de los siglos de convivencia que tenemos en común. Y no es porque los guiñoles de Canal Plus Francia hayan hecho una broma a costa de nuestro deporte, eso sería lo de menos, lo grave es que se constata que los nietos de don Próspero Merimée siguen estirando el tópico. En este caso el mito del deportista español que se dopa y triunfa. Otro topicazo más como aquí creemos que si vamos a París a un hotel todas las ventanas darán a la Torre Eiffel. Los tópicos no valen para nada salvo para indignar a los incautos.
Tal vez Contador haya de dar explicaciones de por qué aparecieron restos de plástico en su sangre y que esas explicaciones no indignen al sector vacuno que ya tiene bastante con el sambenito del clembuterol que tanto daño les causó en las ventas. Un aclamado ciclista de la década de los ochenta dejó una frase para la reflexión: “los Alpes no se suben con un plato de pasta”. El deporte de élite lleva años sin parecerse al deporte porque para batir récords se acude a complementos alimenticios que rozan la legalidad, en Francia también para qué llamarnos a engaños.
El llamado “milagro español” del deporte, nuestro particular Siglo de Oro en pantalón corto no está exento de episodios oscuros pero por un caso en particular no podemos echar abajo el rendimiento de jugadores, atletas y clubes. Si a eso le añadimos que desde Hinault en Francia no han tenido a un ganador de la tierra se ponen las cosas más tensas. Pero de ahí a pensar que Gasol, Nadal o Casillas sean referencia mundial porque se dopan hay un abismo, tanto como dar por buenos los chistes sobre franceses que pueda hacer José Mota. El humor del bufón si no molesta un poco no es bueno en la Corte.
Hasta que llegó la LOGSE-letal al menos los jóvenes españoles estudiaban francés, caso de mi generación, pero hoy es misión imposible encontrar a chicos que puedan manejarse en la lengua de Verlaine. En recientes visitas a Francia he comprobado como jóvenes españoles hablan en inglés igual que si fueran americanos en París, ya no hay quién se esfuerce por traducir los viejos discos de Brassens. Un día acabamos con las fronteras físicas pero no hemos roto las mentales y las lingüísticas que son las más necesarias para entenderse con otros. No se pregunten quién daña más el tópico si no quién lo alimenta con entusiasmo y veremos que ahí somos iguales a los dos lados de la frontera.
El humor cuándo escuece pica pero ya está, sólo es eso. Por el mismo motivo el Ayuntamiento de Lepe nos tendría que demandar a media España.

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