(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 5 de febrero, 2012)
Una buena amiga sostiene que las tres palabras que te harán feliz no son “te quiero mucho”, son: “no era cáncer”. Ayer se conmemoró el Día Mundial de Lucha contra el Cáncer, una enfermedad que el año pasado dejó en España a doscientos mil nuevos enfermos de esa patología.
Cada día la Medicina arroja mejores resultados, los tratamientos avanzan de manera espectacular gracias a la investigación de la que nos podríamos sentir orgullosos, aquí no sólo diagnosticamos bien el cáncer si no que tenemos detrás el trabajo científico para asegurar que puede ser curado. Pero la enfermedad no puede ser tratada nunca como una cuestión de estadística, más que enfermedades hay enfermos y cada uno es un mundo. Uno no tiene entre sus proyectos inmediatos conocer la unidad de Hematología de un hospital pero llega un día en el que algo en el cuerpo te alerta, luego algo aparece en un análisis y te ves haciendo cola junto a otras personas que deben pensar lo mismo que tú. Repito: doscientos mil diagnosticados en España el último año; yo soy uno de ellos. Desde el pasado mes de noviembre tengo diagnosticado un linfoma de evolución lenta pero muy agresivo, el próximo viernes me someteré a la sexta sesión de quimioterapia.
El cáncer no me ha limitado la vida, he seguido siendo periodista, escritor, padre y amigo. Es verdad que el miedo inicial te puede llevar a llorar cuándo nadie te ve, pero también es cierto que he conocido a una gente estupenda en la consulta. Al principio pensaba: “¿Y por qué yo?”, y al ver a una chica joven enganchada al gotero del que baja la quimioterapia de color naranja, dije: “¿Y por qué ella?”. Me he tomado la enfermedad como una cornada y cuándo veo mi cicatriz en el cuello me acuerdo de la que sufrió el maestro José Miguel Arroyo, “Joselito”, a cuenta de un toro de Peñajara. Sé que de esta cornada salgo y sé que saldré más fuerte aunque cuándo te enchufan la quimio pierdes la noción de la vida, pero también sé que dura unos días nada más. Igual que sé que volveré a recuperar el sabor de los alimentos que ahora me saben a metal, hasta una loncha de jamón me parece como lamer un tornillo de rosca-chapa.
Mi recuerdo hoy tiene que ser para mis compañeros de penurias, para aquellos que están en una cama, para el doctor Canales del Hospital “La Paz” de Madrid, y para mi amiga la doctora María Alcocer a la que frío a preguntas y dudas. Y, por supuesto, hay que felicitar a la Asociación Española de Lucha Contra el Cáncer. Ustedes disculpen si he contado un caso personal, si “presumo de cáncer”, pero si a alguien le sirve lo daré por bien empleado. Feliz domingo y salud para todos.
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Etiquetas: Canales, cáncer, hematologia, María Alcocer, Medicina, salud