(Publicado en “La Gaceta de Salamanca“, el domingo 29 de enero. 2012)
Para un país que vive básicamente del turismo la quiebra de una compañía aérea es una mala noticia, pero que esa compañía fuera mantenida con fondos públicos, (era la Generalitat la que costeaba los vuelos de Spanair), es una pésima noticia. En el pasado reciente las administraciones se han visto en cada espectáculo de subvenciones que ruboriza recordarlos. Lo que no han sido subvenciones a ignotos puntos del planeta para la salvación del escarabajo pelotero, han sido prebendas a compañías particulares que se han beneficiado del dinero de todos con mucha alegría. Y luego hay que acudir al ciudadano a pedirle contención y aplicarle los recortes que las autonomías no han sido capaces de aplicarse a sí mismas. Tener una compañía aérea es una muestra de tal desmesura.
Mala es la crisis, sin género de dudas, pero al menos nos ha evitado el espectáculo de ver a algún virrey provinciano usando un vagón de tren particular como hacían los zares de todas las rusias. Eso sí, no nos hemos librado de inauguraciones faraónicas de aeropuertos sin vuelos y con estatua gigante de su creador, (igual Carlos Fabra es un visionario y creó el aeropuerto de Castellón para los no-vuelos de Spanair).
Y pensar que hace un año la discusión estaba en si los eurodiputados debían viajar en turista, (eso ha quedado bastante atrás después de conocer las últimas fechorías cometidas a cargo del erario público). Se hace cierta la frase de Warren Buffet: “cuándo baja la marea se ve quién se baña desnudo”. A día de hoy los eurodiputados siguen viajando en preferente porque todavía Ángela Merkel no se ha dado cuenta pero cuándo se percate los veremos en coches de postas y haciendo noche en las posadas de Francia.
El principal problema lo sufren los empleados de Spanair que pasan al limbo del INEM dónde se pierde toda esperanza, y luego la pequeña tragedia de los pasajeros que han pagado un billete y se han quedado en tierra sin poder volar. No deja de ser humorística la nota de Spanair en la que se cuenta que se buscarán transportes alternativos, que se lo digan a los que van a Canarias, o a los que ha sorprendido en algún destino en América.
Fomento impondrá una cuantiosa multa a la compañía pero tampoco tiene las garantías de que la vaya a pagar. Algunos de esos aviones se venderán de segunda mano, otros irán al desguace y de esa manera tan violenta habrá acabado parte de nuestro pasado de malas gestiones y derroche en el gasto. Y, lo que es peor: hemos roto un puente con el turismo justo en el momento en el que más falta nos hace para recuperar el PIB.
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Etiquetas: Carlos Fabra, Castellón, Generalitat, Spanair, Warren Buffet