(Pubicado el 6 de enero 2012 en los diarios regionales de VOCENTO)
Llama la atención la calma con la que el presidente del Gobierno, (aquel que prometió explicarlo todo cuándo llegara a La Moncloa), se ha tomado el pulso político. No reaparecer hasta el 30 de enero se antoja una desmesura teniendo en cuenta que la última ocasión en la que se le vio en público fue felicitando a las tropas en el extranjero por videoconferencia, y la siguiente que vez que asome será para recibir a Sarkozy. Es verdad que hubo una primera, y hasta el momento única, comparecencia ante los medios en Moncloa y que Rajoy recogió papeles al tiempo que los periodistas levantaban la mano; ahora sabemos que no es que llevara prisa, es que estaba marcando estilo.
Siempre se ha hablado de Rajoy en el despacho más que de un Rajoy mediático pero la política exige dar la cara, explicar las medidas de ajuste y “quemarse” en sus justos términos, (quizá esto último es lo que trata de evitar Soraya Sáenz de Santamaría que prefiere que el “jefe” sólo dé explicaciones en el Congreso). Si el Gobierno le exige a los españoles un notable sacrificio que parte de “medidas solidarias de carácter temporal basadas en la equidad”, no estaría de más que su presidente saliera a explicarlas, por un lado para que sepamos que ejerce y por otro para transmitir la confianza que requiere un momento económico tan peliagudo.
Rajoy presidente no es Rajoy líder de la oposición, no se puede agazapar detrás del cargo y hacer como que la política no va con él. Tampoco La Moncloa es Versalles como para perderse por el recodo de una galería.
También pudiera ser que estas navidades haya recibido dos libros de Gracián: “El Arte de la Prudencia”, y “El Discreto”, y es verdad que algunas lecturas pueden provocar espejismos pero de eso también se sale sin acudir a medidas extraordinarias que hayan de ser explicadas en rueda de prensa concelebrada por cuatro ministros, (cuatro), pero sin ningún presidente.
Compartir: