Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
¡Lo que da de sí la Puerta del Sol, y un tío abuelo boticario aficionado a los toros!, gracias a la pasión taurina de don Félix Borrell, allá por la mitad del XIX, la presidenta madrileña pudo construir ayer su pregón de toros en Málaga dónde habló de Picasso y de ella. Se sabía su afición y su interés, se sabía que había impulsado a los toros como BIC, (Bien de Interés Cultural), incluso que en la entrada del despacho un capote de Cayetano Rivera desafía la gravedad, (tanto la de Newton como la gravedad que imponen los toros bravos), o que siendo Ministra de Cultura propuso a Antonio Ordóñez a la medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes, (que obtuvo en el Consejo de Ministros), pero desconocíamos que la tauromaquia le viene de serie en la cadena genética.
Con el árbol genealógico de Esperanza Aguirre le sale a Punset un programa estupendo, porque de ser cierto que el setenta por ciento de los europeos comparten genes con Tutankamón, Aguirre comparte ancestros y gustos con la nómina al completo del Cossío. Con Frascuelo, (al que seguía otro Félix Borrel, hijo del boticario de Sol), con Belmonte del que era amigo el abuelo José Luís Aguirre, con Dominguín amigo “del tío Gabriel”. Y, por si fuera poco, el tío Ignacio antes de fallecer pero no en la plaza, se marcó treinta capotazos memorables en capea privada con asistencia de Víctor Puerto que se maravilló al ver a un septuagenario pasarse el morlaco por la taleguilla.
Hubo pregón que gustó en un jardín dónde había sol y sombra, igual que en la plaza, como en la vida
y con cinco presentadores perfectamente prescindibles que pelotearon en exceso, el público había ido a ver el quite de Aguirre. Habló de amor al toro y de libertad porque de momento la asistencia a las plazas no es obligatoria. Le quedó un discurso ancestral y muy dinástico, es decir taurino.
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