Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Da la impresión de que el plan de saneamiento de las Cajas españolas va a estar basado en la manera de actuar de José María “El Tempranillo”: mucho trabuco, unos corceles briosos y ausencia de escrúpulos a la hora de tirar de faca. Visto el panorama al que asistimos podemos aplicar a algunos banqueros aquello que decía Groucho: “disculpe que les llame caballeros pero es que todavía no les conozco lo suficiente”.
Las Cajas de Ahorro que tenían como principal argumento ser “pequeños bancos” dotados de obra social y encargados de canalizar el ahorro de los más humildes, (fueron también Montes de Piedad), experimentaron una tendencia hacia el pille político de considerables dimensiones, y quién sabe si al final ha sido lo que se ha cargado el negocio. Más que Cajas de cartón serían sacos de tela y de ahí que se hayan roto por la avaricia. De repente alguien descubrió que las Cajas eran un retiro espectacular para amigos de partido que, a su vez, devolvieran los favores con créditos alegres o patrocinaran cuántas absurdas empresas deportivas se le ocurriera al señorito. De tal manera que la función social quedó bastante atrás, muy en tercer plano, algo que se solucionaba con una foto del presidente de la entidad junto a unos niños, foto que se insertaba en la memoria anual y luego se le adosaba la correspondiente caja pero de bombones. Y todos tan contentos.
El último acto de pillaje les ha salido mal porque las presiones políticas han impedido que Caja Madrid bonifique a diez ejecutivos con veinticinco millones de euros, entre ellos el que fuera su presidente, Miguel Blesa. Si no hubiera sido por la presión política el señor Blesa y otros nueve se habrían embolsado una importante cantidad que salía de las ayudas públicas. Lo que se dice un auténtico escándalo delante de las narices de los demás a los que les recortan el sueldo, les congelan las pensiones y les niegan líneas de crédito.
En esta ocasión les ha salido mal el invento pero nos podemos preguntar cuántas otras tropelías con pólvora del rey se han cometido en nombre de las Cajas, y de qué manera piensa ahora el Gobierno reactivarlas o fusionarlas. A ningún banquero, que se juega el beneficio de su entidad, se le puede criticar por repartir bonus, en todo caso tendrán que dar cuenta ante su junta de accionistas, pero la desvergüenza con la que se actúa en el sector linda con las prácticas de “El Tempranillo”, “El Pernales” y si me apuran hasta las del los “Siete Niños de Ëcija”.
Estos ejemplos de mala gestión confirman que para asaltar una Caja es más fiable que te hagan consejero que entrar a caballo disparando al techo. Y lo que nos falta por ver
bienvenidos al far-west de los dineros públicos.
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