Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
En el primer ensayo de la nueva Sinfónica de Moncloa ya hemos escuchado a dos músicos que desafinan: el Ministro de Trabajo y el jefe de la Oficina Económica, ambos pesimistas ante la creación de empleo. Este Gobierno se ha gastado una hijuela en fanfarrias diversas para anunciar mensajes cargados de optimismo pero le falla la percusión fina.
No todo lo puede dejar a merced de una “prima donna” como Rubalcaba, porque cuando el director le da un respiro asoman por la partitura los “Manolo y Benito” de La Moncloa: Valeriano Gómez y Javier Vallés. Al primero le sacaron de una manifestación contra la reforma laboral y se ve que aún no ha asumido el shock. Y el segundo, Javier Vallés, no acostumbrado a destacar, hombre de exquisita prudencia que raya con la templanza franciscana, le puede costar caro ser tan sincero. A los que osan decir la verdad en el entorno del poder se les castiga con exóticos destinos diplomáticos a no menos de veinte horas de avión.
Puede que Gómez y Vallés estén en lo cierto, (lo que no están es en lo conveniente). Su cometido es parchear datos de paro con chapuzas para darle una alegría al ecosistema monclovita. Parece que todavía no han asimilado el mensaje del jefe que habla de “senda de recuperación”, un rumbo fijo que mantiene a pesar de lo que zumban las olas en el casco de la nave. Otros se hubieran dado la vuelta en mitad de la tormenta pero hay que reconocer que Zapatero tiene moral. Si por él fuera se iba a Washington a explicarle a Obama cómo remontar en dos tardes.
A Manolo y a Benito nadie les va a decir cómo lo tienen que hacer pero en la medida que se desmarquen de la teoría oficial estarán más solos. Ellos verán pero Zapatero con un cuarteto hace una gira, puede prescindir de algunos músicos. Con los ex altos cargos que han pasado por Moncloa se hace un segundo orfeón donostiarra.
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