El Proyecto Gómez

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Hace un mes Tomás Gómez ganaba las primarias del PSM en Madrid, en gran parte debido al «marketing viral» que le hicieron sus enemigos con gran frenesí. La importancia que le dieron, (en algunos casos el desprecio manifiesto, o la ira de Rubalcaba), le sirvió de impulso para derrotar a la que era «no buena, si no buenísima», según Zapatero. Treinta días después en el PP se quejan de sus formas, y el coordinador general de Izquierda Unida, Gregorio Gordo, cree que el PSM de Gómez les está haciendo un butrón en sus filas. Algo raro ocurre en el entorno de IU como para que todo se deba a una corriente de aire. Ellos de «corrientes» saben un montón. Para crecer en votos por la izquierda, Tomás Gómez, tiene dos caminos: o pacta con Gregorio Gordo, o directamente se lanza a por sus efectivos en una cacería poco diplomática. Y parece que ha optado por esta segunda opción porque debe tener algún problema de cobertura con el móvil, (Aguirre afirma que no le devolvió la famosa llamada, y Gordo dice que no han hablado nunca, a pesar de que reiteradamente cada vez que se encuentra con Maru Menéndez en la Asamblea de Madrid le pregunta: «¿Te ha llamado Tomás para tomar café?»). Es aquello de: «¡querido amigo, cuánto me acuerdo de ti cada vez que te veo!».
Descartemos que sea alergia a la cafeína, mala memoria, o problemas con el teclado, no va a ser eso. También pudiera ser que estuviera muy ocupado haciéndole un traje a Pedro Castro, o viendo dónde pone al ínclito David Lucas, (aquel que se pasó a Trini con fe de converso).
Eso sí, que a nadie se le escape que en caso de haber perdido hace un mes, hoy Tomás Gómez no sería Ministro de Exteriores. Hoy estaría que «trini».

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