Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
La Plaza de los Naranjos de Marbella se ha llenado de agentes de la CIA, se sabe que son ellos porque mojan los tejeringos en zumo de naranja y leen el periódico con dos agujeros practicados en el centro. Tienen que ser agentes de la Casa Blanca porque a nadie en su sano juicio se le ocurre llevar una gabardina, en agosto, en la Costa del Sol. Desde que se anunció la presencia de Michelle Obama los cafés de Marbella tienen un aire a los salones de Tánger antes de que llegara la ocupación española y acabara con las Mata-Hari que hablaban con acento de Berlín y lucían medias de rejilla. Luego, como es sabido, llegó la Sección Femenina y eliminó todos los vicios empezando por las espías que fumaban y hablaban de tú.
Desde el aeropuerto de Málaga hasta la frontera de la provincia en Casares todo es máxima seguridad, tanto que a los veinte municipales del Ayuntamiento de Benhavis, (localidad en la que está ubicado el casoplón-hotel de los Obama), les han suspendido los permisos vacacionales y las bajas médicas. Por lo tanto se comprueba el conocido “efecto mariposa de la seguridad internacional”, un axioma que afirma que cualquier movimiento en la Casa Blanca afecta a la estructura policial de un pequeño municipio alejado de Washington. Al final, la seguridad del primer mundo reside en la formación que haya recibido un agente armado con una porra de segunda mano y un “walkie talkie” de pilas sulfatadas. También es verdad que Rambo con mucho menos se cargó a todo un regimiento de “charlies”, por lo tanto no subvaloremos la capacidad operativa de un agente de la policía local. Aún se recuerdan las imágenes tomadas desde un helicóptero cuando George Bush acabó con su bicicleta en un camino rural sin salida por culpa de un policía japonés que le indicó mal el camino. Un ridículo a pedales grabado a todo color.
Según cuentan, el grado de control ha llegado a tal límite que hasta los chanquetes del Mar de Alborán son de toda confianza. Eso quiere decir que también está controlada la plaga de medusas tradicional en estas fechas. Hasta es posible que hayan revisado los componentes químicos de la sangría de chiringuito que tantos disgustos ha dado a la diplomacia internacional. Los espías rusos que llegaron a Marbella con Gil lo saben, han tenido varias bajas por culpa de esos chiringuitos dónde se cobra sin IVA y no se barren las cáscaras de las gambas.
“Todo por Michelle” es la divisa que cuelga a la entrada del Hotel Villapadierna. Es verdad que nos vendieron “el encuentro planetario” de otra manera pero de momento hemos logrado que aumente la venta de tejeringos en Marbella.
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