Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Finales de julio, calor, está de moda el estrés tanto en bancos como en controladores aéreos. Al resto del personal ni se nos pregunta por si fuéramos a dar una dosis alta de estrés en sangre, pero es que al resto no nos preguntan en nada, sólo nos anuncian recortes en sueldo, subidas de IVA, trancazos con el IPC, amén de malos datos en el desempleo. Al resto nos pueden ir dando por la “retambufa” si nos coge un retraso en un aeropuerto, y si te quejas es peor porque provocas tensión en el ambiente y eso repercute en pequeños temblores en la torre de control, fijo. A partir de ahora en los aeropuertos como en la biblioteca: silencio y de puntillas para no hacer ruido.
Está de moda lo del estrés, queda muy bien. Yo me pregunto qué estrés tiene un labriego que se levanta con el sol, un cabrero que conduce al rebaño, un obrero de andamio, o un cirujano que opera a corazón abierto. O usted mismo, sin ir más lejos al que los negocios le van regulín, o a usted que tenía preparada una oposición y las han congelado por culpa de la crisis que recortó los fondos públicos. Pues a nosotros no nos preguntan porque sería peor. Lo suyo es que pusieran controles de “estresemia” en las esquinas para que a través de la tensión y con un leve pinchazo en la punta de los dedos nos analizaran el nivel que llevamos. Les iba a dar igual porque ahora están por abolir los bollos en el patio del colegio y los estresados anónimos les importamos un colín, siempre y cuando el colín sea integral.
La prueba del estrés de los bancos, (que Botin me perdone), suena a preparativos de boda gitana cuando la matriarca sale con el pañuelo blanco manchado de sangre y lo enseña en señal de júbilo. Otro baile tribal que pertenece a la más antigua de nuestras tradiciones, una especie de expediente de pureza de sangre que se encargaban los cristianos antiguos para presumir de que no habían tenido roce con moros. Otro tanto ocurre con el estrés de los pilotos que se lo contagian entre ellos como si fuera gripe; acabarán trabajando con escafandras dentro de una burbuja.
Si tan buena salud tienen los bancos, lo suyo es que empiecen a dar de nuevo créditos y que fluya el dinero que está de luto, (pronto veremos euros negros). En cambio la salud bancaria no incide directamente en nuestra tranquilidad, por eso los banqueros se encargan de transmitir el mensaje de que el dinero no da la felicidad. En cambio la miseria ofrece inagotables argumentos para el misticismo, será por eso que no nos dejan tener estrés, ni quejarnos, ni siquiera un leve dolor de cabeza. Y con esa poca vergüenza nos miran a la cara.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion