Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
José Blanco hace uso de la fuerza aérea, no saben los controladores a quién se están enfrentando, al “Top Gun” de Palas de Rei. El Ministro de Fomento, (que manda más que un mariscal), se reúne con la Ministra de Defensa y con el presidente del Gobierno para lograr que los controladores militares tomen los mandos del cielo a poco que se despeinen los díscolos controladores civiles. Blanco no está dispuesto a pasar por un blandito y sí hiciera falta emular a Reagan que se cepilló a la torre de control al completo, pues se hace. El caso es que dejar el espacio aéreo a merced de los caprichos de un sindicato es mucho ceder, y también han ido a dar con un ministro que ejerce, no con uno que iba de paso y luego volvería a sus negocios. En el camino de la política de José Blanco no se interfieren unos controladores porque les desmocha como hizo Isabel “La Católica” con las torres altas de los castillos. Ni un avión por encima del ministro.
En el fondo subyace el deseo de vacaciones que tenemos todos, unos por viajar y otros por ceder la silla de la sala de control porque no pueden más. En definitiva que estamos hasta el “pirri” y, además, hace mucho calor y el cuerpo se nos ha puesto de piscina y cervecita. Igual habría que pensar en reeditar un sucedáneo de aquel Ministerio de Educación y Descanso para que los controladores pudieran echar una cabezadita a voluntad. Argumentan que desempeñan un trabajo de gran estrés, algo que sin duda es cierto pero que también podría trasladarse al resto de empleados españoles que viven bajo la presión de un jefe injusto, o inmersos en un marco laboral perfectamente mejorable. Eso sin hablar del estrés de no tener trabajo y la angustia que representa no ver futuro.
Cuando la situación es “excepcional” la Ley tiene previsto que los militares puedan tomar las riendas del espacio aéreo, y a su lado estará José Blanco ataviado con uniforme de militar que tanto brillo da para las fotos. Igual tendrían que dejar de bostezar los controladores cansados porque se pueden quedar para controlar el tráfico de los nietos en el parque.
Blanco va en serio. De hecho sólo le falta decir: “miren cómo tiemblo”, y el tío más sereno que una estatua. Una serenidad “excepcional”.
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