Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Con los próceres de la patria habría que guardar un cierto decoro en el que se incluyera no remover sus restos. Chávez, que en realidad es un showman con uniforme de portero de gran hotel, ha descubierto que emitir en directo la apertura del sarcófago de Simón Bolívar tiene mucha audiencia, y él no está dispuesto a dejar pasar nunca una buena oportunidad. Con este infausto motivo los venezolanos asistieron al “momentazo” en el que su presidente narraba con voz de locutor de partido de tenis la apertura de un ataúd. Una ceremonia que rozaba el surrealismo de la necrofilia porque en la operación intervenían soldados venezolanos, con bata blanca y mascarilla, que se movían en elaborada coreografía de cheerleaders bolivarianas. Ridículo el espectáculo y ridículo el ballet de los soldados que marcaban el paso.
La necrofilia en sede oficial es otra de las tentaciones que tiene el poder, un poco para mejorar su imagen y un mucho por situarse a la altura del finado. Se supone que Hugo Chávez estará deseoso de que dentro de doscientos años también exhumen sus restos para competir en audiencia con el Mundial de fútbol. No lo pueden evitar, todo caudillo tiende a lo cursi y lo trascendente, (esto vale hasta para un concejal de pedanía que lleve más de dos mandatos en el cargo). Los más modestos se emocionan al cortar una cinta inaugural, y de ahí hasta los que se dan medallas a sí mismos, o los que se momifican con el deseo de pasar a la Historia como si fueran primos de Tutankamón.
Chávez busca restos de arsénico en la momia de Simón Bolivar, y sí los encontrara se iban a enterar los de la industria farmacéutica porque no iba a parar hasta conseguir que identificara al presunto responsable autor del envenenamiento. De esa forma ha conseguido su peculiar culebrón del verano, eso le pasa por no comprar la serie “Verano Azul”, seguro que la escena de la guitarra en el barco de Chanquete cantando el “¡no nos moverán!”, sería de su agrado revolucionario.
Diecinueve horas duró la apertura del sarcófago que amenaza con no quedarse ahí puesto que se puede convertir en una gira por diversos puntos de América Latina. Chávez paseará la tibia de Simón Bolivar igual que Búfalo Bill paseó en un circo junto a Toro Sentado una vez les llegó a ambos la edad de la jubilación. La necrofilia produce estos efectos alucinógenos sobre la mente del ser humano que es incapaz de saber en qué momento se ha convertido en buitre y ha dejado de ser persona. Con lo tranquilo que debía estar Simón Bolivar, pensando en sus cosas hasta que llegaron unos locos con trajes químicos que pusieron a bailar junto al catafalco.
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