Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
El aburrimiento de la cultura del adosado produce monstruos. Véase la muestra de la Banda de los Pocholos que durante el día eran niños “monísssimos” y por la noche cometían sus atracos como cualquier miembro del hampa, aunque para palo el que se han llevado sus padres que no podían imaginar que les iban a llamar de comisaría. Y todo por el “subidón” que les proporcionaba romper un escaparate; fue probar el primer alunizaje y aquello les pareció alucinógeno, igual que en las películas, se sentían colegas de “El Vaquilla” pero con camisa de marca. Se dedicaban al “trinque” pero no para conseguir unas papelinas si no para ser chicos malotes, pobres chicos que no chicos pobres.
Esta vez se han metido en un marrón considerable porque no se trata de que papá venga con la chequera a ver qué se ha roto, se les va a acusar de asociación de malhechores, vulgo de ser una banda pero no censada en “El Gallinero” de la Cañada dónde tienen residencia fiscal unas cuántas. Van a tener más complicado convencer a sus familias que al juez porque en casa no cuentan con asistencia letrada. A ver cómo les convencen a sus papás de que la vida que llevaban era tan sosa que si no daban un buen palo se aburrían a pesar de que lo tenían casi todo. Le tienen que contar al juez que es mucho más divertido entrar en una tienda por el escaparate y de madrugada que de día cuando está el encargado.
No les movía el lucro puesto que vendían lo sustraído por debajo de su precio en el mercado negro, un poco más y revientan la economía sumergida porque aunque uno sea un “mangui” se debe atener a unos criterios. Si destrozamos el mercado con ofertas por debajo de los precios entonces perderá sentido la causa criminal. El código del delincuente hay que respetarlo, sea uno miembro de los Pocholos, (o respetable banquero); aquí todos a una o acabamos con el mercado de lo ilegal, recordemos que el hampa es una cosa muy seria. No es igual un roba carteras de autobús de La Castellana, un robaperas de esos que trabajan el descuido, que ser miembro de una banda que tiene sus reglas y sus maneras de actuar.
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