Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Sí, me refiero a esos gañanes que se hacen acompañar de escoltas armados que nos miran mal, usan coche de cristales tintados y trajes oscuros, corbata llamativa y zapatos negros sin una mota de polvo. Da igual al país que pertenezcan, son una multinacional del latrocinio tecnológicamente avanzado. Ayer actuaron en Grecia, hoy en Hungría y quién sabe dónde harán “negocio” mañana porque su “rentabilidad” es básicamente la ruina de todos nosotros. Tipos sin entrañas que no dudan en maquillar las cuentas, en pagar a los bancos, y que encargan informes a la medida como el que se hace una chaqueta con cuatro botones. Con total impunidad utilizan el nombre de la democracia cuando pertenecen a la peor rama de los piratas y sin manejar el código ético de los que navegan por el caribe. Los mismos que al oler el miedo de los mercados asaltan las Bolsas con un cuchillo entre los dientes, sin hacer prisioneros.
Se saben tan impunes que ya ni disimulan; antes hacían los atracos con la cara cubierta pero ahora ni se ponen la media en la cabeza, salen en televisión dicen que equivocaron sus números y solicitan más ayuda de manera urgente. Pero lo que piden, en realidad, es una transfusión de sangre de los más débiles para que les paguemos la fiesta que se habían montado, (no tenían previsto llamarnos pero al parecer se les ha llenado el piso de mugre y alguien se lo tendrá que barrer). No será de extrañar que esos mandatarios paseen por Europa con unas huchas pidiendo para la clase dominante.
La estafa de Hungría deja en evidencia que esta Unión fue un timo montado a toda velocidad para que algunos listos se beneficiaran de las ayudas con la excusa de construir una Europa liberal sin fronteras, y cuando se les ha atascado la Visa a consecuencia de timar a tanto paisano inocente se han dado cuenta de que son pobres de pedir. Delincuentes con corbata y discurso oficial; se supone que algún día la gente se hartará de ellos y los sacará del coche a gorrazos, tal y como se hace con los sátrapas cuando se acaba su capacidad de engaño. Mientras tanto siguen usando esa apariencia de falsa democracia que les sirve como escudo protector para sus desmanes y, entre discurso oficial y foto de estadista, sacan el trabuco para ajustar sus cuentas y hacer caja.
Gente de poco fiar, bucaneros que usan las urnas como excusa y al votante como rehén. Podríamos recomendarles para las misiones tripuladas a Marte, a ver si con un poco de suerte nos los quitamos de encima y se dedican a estafar por la Galaxia. Ya que su condición de ladrones no la podemos corregir al menos que no los tengamos cerca. Estos chorizos son la octava plaga de Egipto.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion