Una mañana de Sol

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Menos mal que Napoleón nos envió a unos mamelucos hace doscientos años porque de otra manera no sé qué haríamos cuando llega el 2 de mayo en Madrid. Y, con la excusa de rememorar a Daoiz y Velarde se celebra una entrega de premios, un desfile con tropas, (este año hasta con aviones, ¿dónde está el consejero del Aire de la Comunidad?), y posterior ágape en la sede del Gobierno regional que siempre es animado por las presencias, los cruces de miradas, y por las ausencias. López Viejo no fue.
Podría decirse que le echó valor Manuel Cobo, (vicealcalde de Madrid), para adentrarse en el cocktail aún a riesgo de que el canapé le produjera “vómito” por no tragarlo bien, o que Gallardón cada vez que visita su antigua sede hace todo lo posible para que se note que juega en campo contrario y está el tiempo justo. Pues por encima de ellos dos, o por encima del valor de Manuel Cháves que hacía de enviado de Zapatero al que Aguirre tiene por el nuevo “Pepe Botella”, (alguien que detenta un poder que no le corresponde), está el valor de Bruno de la Ye que es el embajador de Francia que se paseaba con su enorme Cruz de Plata de la Comunidad prendida en el pecho, y con una banda roja que para sí la quisieran las misses coronadas, habrá que preguntarle al embajador cómo se traduce a su idioma la expresión: “más contento que el Ricardito”. Ser francés y presumir de ello un 2 de mayo en Madrid es un acto heroico, sin duda, es como si al nieto del conde Drácula le eligen pregonero de las Fiestas del Ajo. Igual.
Recepción multitudinaria, abigarrada y festiva con medallistas y premiados entre los que se mezcla el estado llano que somos los de la información que estamos al político y al canapé. Uno tiene la duda de si Fidalgo, (al que muchos colocan como futuro candidato de UpyD), no estuvo porque se quedó en la puerta puesto no cabía ni un alfiler de canto. Espalda con espalda el ciento y la madre, (que para eso también era su día); te girabas y pisabas a un pope ortodoxo, a un militar de alta graduación, o te dabas con un obispo, o sonreías a un consejero, a un alcalde, a un banquero, a un periodista, a una actriz. Y así Lina Morgan premiada, Soraya Sáenz de Santamaría de “niña” de Rajoy que no pudo ir, Rodrigo Rato corbata verde, Tomás Gómez, Gregorio Gordo, David Lucas y Ángel Pérez. Paco Granados narraba las excelencias de “su Atleti”, (Cerezo no apareció para que los gorrones no le pidan entradas, se supone); si por Granados hubiera sido le habría dado varias medallas a Forlán. Ignacio González, vicepresidente “vice-requerido” en los corros de los mentideros. Más allá los alcaldes socialistas del sur que esta vez no vinieron caminando como tienen por costumbre si no en coche, igual que Alberto Contador se dejó la bicicleta a pesar de que es el más rápido de Madrid sobre dos ruedas. Lucia Figar espectacular como acostumbra, Gador Ongil, Engracia Higaldo. Ni la boca de metro de Sol en hora punta, Parada, aquel que fue de “Cine de Barrio” con gafas pero sin pianista, María José Cantudo tal cuál la recordamos de “Las Leandras”, Vargas Llosa de escritor elegante con traje oscuro, y unos señores disfrazados de voluntarios del Regimiento de Madrid que lucharon en Bailén. Eso sí, el uniforme perfectamente planchado porque para presumir de memoria castiza tampoco hace falta ir hecho un gañán. Si el general Castaños levantara la cabeza estaría orgulloso del estado de revista que presentan sus tropas.
Se vieron los tradicionales círculos de besamanos alrededor de Esperanza Aguirre que es única a la hora de convocar recepciones, (en Sol se ponen y se quitan sillas, aparecen y desaparecen camareros con la velocidad con la que se cambia el escenario en el Teatro Real). Y, como cada año, José Ricardo Martínez y Javier López, (UGT y CCOO), siempre juntos como los “Fernández y Fernández” de Tintín, condición que tienen más que asumida; unidad sindical le llaman. Más allá Olga María Ramos presumiendo de hija como presumía de madre cupletera, Ana Botella sin marido, Isabel Linares directora general de Telemadrid, Fermín Lucas de Ifema, Jesús Gatell presidente de los hoteleros de Madrid, un catalán que lleva en Madrid veinte años y que siempre ha creído en el turismo de esta región.
El mejor día de Madrid se lo debemos a Napoleón, a su hermano José y al general Murat. Ellos son los que tuvieron una visión de la región a larga distancia, responsables de una modernidad que se abrió paso a cañonazos.

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