Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Este año el 1 de mayo más que caer en fin de semana ha caído en paro, se notaba en la escasa concurrencia. Se palpa en el movimiento sindical un cierto cansancio que es poco atractivo, de ahí la foto final en la Puerta del Sol apenas ocupada en un cuarto de su superficie; más asfalto que obreros, más ruido que mensajes, más sindicalistas en el escenario que público. Entre los guiris habituales se cruzaba la caravana de la otrora “famélica legión” ahora convertida en paseo cardiosaludable a tenor de la edad media de los presentes. Caminar juntos como solución de urgencia para no estar parados es un mensaje vacío cuando el desempleo sube. El paro galopa y los sindicatos pasean, una de las diferencias de este año. Una caravana que batió el récord de velocidad en ascender la calle Alcalá sin paradas, había ganas de acabar pronto. Se escucharon pocas críticas al Gobierno entre otras cosas porque también había socialistas en la cabecera, (Pedro Zerolo, Tomás Gómez, Pedro Castro). De haber aparecido Elena Salgado tampoco hubiera pasado nada, otra más en la fiesta.
A los viejos enemigos del sindicalismo madrileño: la banca y Esperanza Aguirre, Javier López, (secretario general de Comisiones Obreras de Madrid) añadía también a los tertulianos de la televisión que pasan a categoría de enemigos íntimos de la lucha sindical, (“el PP es el partido de los tertulianos”, decía). La tertulia como prolongación de la política por otros medios como diría Von Clausewitz. Habrá que ver lo que responde Belén Esteban por alusiones, teniendo en cuenta que es la mayor tertuliana de España.
La misma pancarta de todos los años, agarrada a ella Méndez y Toxo. Mismo mensaje nueva apatía del personal sólo animada con la batucada de tambores que suele acompañar estos actos de un tiempo a esta parte, y que apaga los cánticos de megáfono, o quizá ayer el speaker del megáfono también se cogió la mañana para asuntos propios. Sobre nuestras cabezas un cielo color liberado que ni siquiera tuvo la piedad de romper en tormenta para que algo extraordinario ocurriera y se pudiera maldecir con motivo. Ciento veinte años después de la primera cita del primero de mayo como día de los trabajadores a esta causa le hace falta un estirón de piel y un chute de vitaminas; “día del parado con banderas ocultado”, decía una pancarta casera. “¿Y vosotros qué hacéis?”, le espetó un transeúnte a la cabecera en la que también iban Cayo Lara y Gaspar Llamazares. De aumentar la distancia entre trabajadores y mensaje de los sindicatos éstos se convertirán en una casta igual que la banca, o la patronal. Dicho en otras palabras: si Marx levantara la cabeza se pedía un vermouth en la terraza del Bellas Artes.
Una bandera republicana modelo grandes ocasiones, alguna pegatina de “nunca maix” y la armónica del octogenario militante Antonio García que tocaba “La Internacional” sin quitarse su viejo abrigo a pesar del intenso calor. Vieja la melodía, viejo el intérprete, viejo este 1 de mayo.
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