Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Como recién sacados del fondo sur de un campo de fútbol, perfectamente coordinados, vociferantes, una mano en la pancarta y otra en la solapa de la chaqueta del rector Carlos Berzosa. Igual que “hijos de Brutus” en plena turbulencia de los “idus de marzo”, jauría de post-adolescentes que puestos a perder los papeles también han perdido la razón en el campus del deshonor. Detrás de su queja no está Bolonia, ni una reivindicación acerca de los exámenes, ni una reforma de las carreras universitarias, ni mucho menos una cuestión de hondo calado académico sino la defensa de la virginidad de los colegios mayores sólo para chicos, (entre otras cuestiones de menor cuantía). Algo tan absurdo como defender la esencia del ambiente tradicional de los jugadores de rugby afectados por la presencia femenina, una queja casposa como aquel anuncio que decía “es cosa de hombres”.
Lo que hubieran dado sus padres por haber tenido unos colegios mayores mixtos, incluso poniendo en peligro la vocación por el deporte y la música, unos espacios para compartir pasillo y pasión con otras compañeras de cuarto, y ver la tele con gente que no pone los pies sobre la mesa y se ríe de los anuncios sin ton ni son. Esos padres que se hicieron expertos en el salto de tapia para ver a la novia en calidad de amantes furtivos tendrán que escuchar, estupefactos o mejor “tumefactos”, el relato de sus hijos que vuelven a casa de vacaciones con la dudosa gloria de saberse entre la panda de iracundos que sale en el video que zarandeó al Rector de la Complutense. Tan preocupados que están porque sus hijos estudien y les han salido unos “machotes” de tomo y lomo, algo macarras también, muy de uniborroka “osea y tal”, y de leña al mono hasta que cante la segunda declinación, o en su defecto aprenda la tabla de logaritmos neperianos. Qué bien se lo pasan siendo así de malotes.
Un ambiente muy distinto al que vivieron sus padres, mucho. En una generación se ha pasado de correr ante los “grises” a perseguir y acorralar al Rector sin que aparezca un guardia por el horizonte pelado de la Complutense. A cualquier cosa le llaman queja universitaria. Y tan orgullosos están de su acción.
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