Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Para contar la realidad no hay nada mejor que mostrarla sin adjetivos. Sucede que a veces el que encarga un cuadro no le gusta cómo ha quedado el óleo, y en lugar de admitir que su hija es horrorosa lo que hace es culpar al artista. Le ha ocurrido a Miguel Ángel Losada a quien la entonces ministra Narbona encargó un documental sobre las costas españolas y una vez acabado al secretario general del Mar le ha dado un “simposium” al contemplar las imágenes. Gracias a Losada nos hemos enterado de algo que ya sabíamos, que las costas españolas son el paroxismo de la especulación de lo hortera, pero también hemos conocido que existe un director general de toallas, sombrillas, tumbonas y chiringuitos en general.
La polémica ha “salpicado” (tratándose de agua de mar) a Elena Espinosa a la que algunos tienen por “media ministra” puesto que lo es de Medio Marino, de Medio Rural y de Medio Ambiente. Pero buena es ella cuando le tocan la otra mitad, y por eso autoriza con cierta desgana la emisión del documental que había censurado su director general. Aunque el permiso tiene su matiz puesto que la ministra dice que en aras de la libertad de creación el catedrático ha incluido “datos no fiables”. (Nota al margen: aquí hay un brote verde importante, ahora lo que hay que hacer es venderle a la ministra otra serie que ofrezca las imágenes que ella quiere, y si hiciera falta se recurre a los efectos especiales que, además, encarecen el producto).
Elena Espinosa hace suyas las palabras de aquella folklórica de los años setenta a la que preguntaron por el estilo de una rival y respondió: “Esa es guapa, pero equivocada”. No le ha gustado el documental, pero menos le gusta pasar como censora de reportajes en TVE, así que se traga el marrón y permite que Losada cuente lo que bien le parezca, que por otra parte es lo suyo.
En caso de haber reinado en España este director general de chiringuitos, en lugar de Felipe IV, no habríamos conocido “Las Meninas”, porque le habría ordenado a Velázquez que no pintara sin avisar, puesto que los reyes apenas habían asomado por la puerta. Así, que la mala relación entre artista y autor del encargo no es algo nuevo. Ahora bien, que se prepare Losada porque el reportaje en el que relaciona a la corrupción con el despliegue de las costas españolas lo van a pasar en horario de “máxima audiencia”, quizá entre las cuatro y las cinco de la mañana de un lunes. O justo cuando empiece el apagón para que el “apagón” caiga sobre él.
Al poder no le interesa el arte, ni la verdad, y por eso se rebotan cuando les pone un espejo delante de las narices. Ellos, ministras y directores generales de chiringuitos náuticos, se tienen por príncipes en briosos corceles, aquí nadie admite que es un sapo de aguas caldas. Aquí hay mucho “no fiable”.
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