Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
¿Por qué nos regaña?, hace tiempo que Miguel Bosé se ha convertido en el presidente del Club de los Listos de España, él con su mano izquierda reparte carnets de independientes, de intelectuales, de artistas y de “enrollaos” amigos de Zapatero. Y para que todo tenga la solemnidad adecuada lo que hace es poner la voz más grave y mirar con cara de pocos amigos. Lo último de Bosé no es un disco, lo “último” es el apoyo a la dictadura de Castro con un estrambote en el que compara a Cuba con la exposición censurada de la trama Gurtel. Habló Don Diablo.
Nunca me fiaría de un tipo que pasó de salir en televisión vestido de rosa y con calentadores a usar lenguaje de Deuteronomio en el resto de su vida. Hay algo en Bosé que inquieta, algo que desconcierta y algo que aburre. Las tres cosas se mezclan en un estudio de grabación y sale cualquier tontuna con sello de calidad. Bosé hace tiempo que se convirtió en un pelma, y supongo que para vender discos tendrá que decir sandeces para que suba el pan, (y el cd). La trama Gurtel es detestable pero no se puede comparar con un régimen que da bocanadas de dragón, y a veces de hiena como le ocurrió al difunto Orlando Zapata. Lo mejor que le podía pasar a Fidel es someterse a la prueba del carbono catorce, esto es: quitarse de en medio para ver si era cierto aquello que dijo tras el juicio por el asalto al cuartel de Moncada: “la historia me absolverá”, (ya lo veremos). Su apoyo no es de intelectual; no es Bosé Jean Paul Sartre en el Hotel Nacional, ni García Márquez por el malecón. Más bien es un truhán de discoteca igual de gañán que el tipo que censuró las fotos de la Gurtel para darle gusto al señorito, ese censor que ha pensado que Camps no utiliza traje porque el hombre feliz no llevaba camisa y que “El Bigotes” era un tipo de total confianza.
A pesar de estar en el siglo de lo digital Bosé tiene añoranzas por los Lp´s que giraban a 33 revoluciones por minuto, entre ellas la cubana. Por eso se marchó con Juanes a cantarle las mañanitas al régimen. Allá él con lo que cante pero su palabra tiene la misma validez que la de una ráfaga de viento. Me pasa cuando le escucho regañarnos lo que me ocurre cuando se enoja Ana Belén, entonces me acuerdo de “Zampo y yo”. O de su santo esposo cuando elogiaba a Franco con la guitarra y luego se acordó de que en realidad su abuelo era picador allá en la mina. Todos ellos ilustres fundadores del Mester de Progresía y mangoneadores de la opinión monclovita. Por mí como si quiere hacerle la segunda parte de “Linda” a De La Vega, pero que no regañe. Esto le pasa por haberse quitado los calentadores a destiempo. Triste abogado defensor se ha buscado Willy Toledo.
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