Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Después de varios años de conmemorar a la Constitución en la Puerta del Sol, la conclusión es que la única forma de poner de acuerdo a todas las fuerzas políticas madrileñas es hacer que cante el Coro de Niños de la Comunidad de Madrid, su excelente textura en la voz pasmó a los presentes y provocó un silencio de auditorio muy reconfortante por lo que tiene de extraño en sede oficial. A Gregorio Gordo, (que es el candidato joven de IU), le habían puesto en la tribuna al lado de los niños, un poco por razón de edad y otro por alejarlo de la punta opuesta de la tarima en la que estaba la defenestrada Inés Sabanés. Todo el arco político-social madrileño cabía en el patio de la sede del Gobierno regional, desde la delegada del Gobierno Amparo Valcarce, (esa señora que tiene voz de narradora de cuentos infantiles), hasta Micaela Flores Amaya más conocida por “La Chunga”, pasando por algún mosén de alzacuellos y un pope de iglesia ortodoxa de los de crucifijo de pared pero puesto en el pecho. En caso de prosperar la Ley de Símbolos Religiosos el pope ortodoxo tendría que renovar necesariamente el armario.
Leguina, Gallardón y Aguirre juntos en una misma tribuna, la crónica viva de esta joven Comunidad que no es histórica pero está llena de múltiples historietas que se cuecen entre los corros cuando termina de sonar el himno nacional que en la Puerta del Sol es siempre en versión Lp. Leguina repetía acto con Aguirre en menos de veinticuatro horas, lo cuál tiene bastante mosqueados a los socialistas. Más allá Rafael Simancas, el hombre que pudo reinar y que ahora ha encontrado su hueco en Fomento junto a José Blanco. De una manera natural empresarios, sindicatos, periodistas, izquierdas y derechas formaron sus otros corros, el más demandado era el de los “Fernández y Fernández”, José Ricardo Martínez y Javier López, (UGT y CCOO), nunca van solos. A ellos se acercó Tomás Gómez y se los llevó de manera discreta detrás de una columna, pero nunca hay columnas discretas en Madrid. Luego ellos se marcharon, juntos por supuesto, y Tomás Gómez buscó al vicepresidente Ignacio González con celeridad. Es decir, o le contaba un chiste de sindicalistas o le reportaba acerca de la última hora de Cajamadrid. Se les veía tan concentrados en la charla, a Gómez y González, que hasta los camareros les esquivaban con las bandejas del croissant por no molestar. No andaban lejos los empresarios entorno a Arturo Fernández por si fuera necesario un pacto social o una cita a tomar café. Los diputados regionales encabezados por su jefa Elvira Rodríguez, entre ellos Maru Menéndez y David Pérez, (portavoces de PSOE y PP), un tanto perdidos porque no discutían entre sí, puesto que tocaba tregua constitucional. Mención aparte para la camisa de Juan Soler que es el chico elegante de la Asamblea con gran diferencia. Más allá el consejero Güemes que se ha cortado las puntas por una causa benéfica, y Lucia Figar que no se corta nada cuando le tocan la autoridad del profesorado.
Gallardón y Cobo, (este último con incómodo sentimiento de estar en “territorio comanche”), se marcharon sin hacer corro porque tenían sarao municipal aparte. Alcanzaron la puerta con celeridad, nada que ver con los pasos cortos que daba la presidenta Aguirre a la que seguían varios corros más: ahora representantes diplomáticos de diversas tonalidades, ahora artisteo con Olga María Ramos, ahora alcaldes de la región que se tienen que hacer ver para ganar puntos; y Adolfo Suárez Illana, y Ana Botella, y los diputados del PP Jorge Moragas, Cayetana Álvarez de Toledo y Cristóbal Montoro. Aguirre en la Puerta del Sol es un atasco en sí misma, una manifestación y una romería. Si diera turno para el besamanos la cola sería de exposición en el Museo del Prado.
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