Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
En un Congreso de UGT en Cádiz a alguien se le ocurrió que podría ser una buena idea hacer un “regalo de los chinos” a los asistentes, pero el encargado en lugar de ir a una tienda de regalos se metió en un sex shop. El resultado es que cien delegados del sindicato llegaron a su casa con un regalito que eran unas bolas chinas. Causaron cierto estupor a la hora de abrir el paquete delante de los niños.
La responsable de la catástrofe y delegada de UGT en Cádiz afirma que se trata de un juguete erótico con uso terapéutico puesto que “mejoran las pérdidas de orina”, (tal cuál). Lo que no explica la compañera es qué deben hacer los hombres a los que les han obsequiado con esas bolitas y no tengan pareja para compatirlas, ¿acaso pretende que se las introduzcan por el esfínter mientras silban la última canción de Alejandro Sanz?
Es verdad que si obsequia con unos palillos chinos la noticia hubiera tenido un menor recorrido pero habría sido algo más elegante. Igual pretende que se reconozca a los delegados de UGT por la sonrisa picarona con la que caminan por las calles. No sé qué tendría esta señora en la cabeza a la hora de elegir el regalo pero intuyo lo que tendría entre las piernas.
Otro elemento más para el bricolaje erótico nacional, esta vez pagado con fondos de sindicato que salen de las arcas públicas. Hay que contener el gasto, es verdad, y también la micción. Si las bolas chinas sirven para eso, según la delegada, entonces que Miguel Sebastián deje de enviar ese par de bombillas y nos mande un detalle de los chinos para ir disfrutando de esta crisis.
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