Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Luís Escobar, (marqués de las Marismas), hacía de abogado rico en “La Colmena” de Cela, un hombre que se pasaba la vida en el café “Gijón” ensayando lo que sería su discurso de entrada como miembro de la Academia de Jurisprudencia, circunstancia que nunca llegaba. Pero en el mientras tanto los otros personajes le sacaban un café, “¡con leche, por favor!”, aprovechándose de él y pidiéndole que repitiera un discurso que tenía memorizado. La petición hacía feliz a Luís Escobar porque entonces se ponía de pie, colocaba su dedo índice en gesto escultural, y decía: “hablaré de la usucapio
¿Cómo es posible adquirir la propiedad por el simple hecho de su uso?, ¡Eso no puede ser!”. Y, añadía, Luís Escobar: “(aquí me aplaudirán)”.
Esta mañana de domingo me pregunto lo mismo que el gran Escobar: ¿cómo es posible que me haya hecho con la propiedad de este hueco de los domingos, en LA GACETA, por el simple uso? Se cumplen, hoy, diez años de mi relación epistolar con los lectores de este periódico, a ellos les tengo que dar las gracias por escucharme sin que les invite a café, a mis compañeros de cuadrilla les mando un abrazo, y tanto a mi director como a mi jefe de Opinión les ruego “humildemente” que me pongan a sus pies. Hace diez años hice mi primera colaboración para este medio, entonces hablé de las tradiciones perdidas como la representación de El Tenorio cuando llegaba el Día de Todos los Santos, y la contraponía al avance del “Jalovín” americano. Hoy, diez años después, El Tenorio ha perdido completamente la batalla ante las brujitas y las calabazas contra las que nada tengo pero que en comparación son un producto de menor calidad.
Ahora bien no hay nada que tenga mayor actualidad que la conocida frase que repiten los niños: “¿Truco o trato?”; la política nacional lleva años preguntándose lo mismo. En los casos de corrupción urbanística se ha producido la ruptura del trato y por eso hemos visto el truco, de ahí que esta semana hayamos conocido el caso de Santa María de Gramanet, rebautizada como Santa María “del tres por ciento”, (en alusión a aquellas palabras de Maragall en el Parlamento catalán). En lugar de niños disfrazados de zombies ponemos a unos comisionistas llamando al timbre del Ayuntamiento y nos queda igual de ilustrativo.
Hace diez años no conocíamos la corruptela que luego se destapó en Marbella, que ahora ha llegado a Santa Coloma del tres por ciento, y que antes se ha paseado por Seseña, Estepona, y otros municipios hasta llegar a El Ejido, (Almería), donde hemos conocido que habían comprado una máquina quita nieves por lo del cambio climático.
En homenaje a Luís Escobar ahora debería pagarles yo el café, pero me pasa como a él, que nunca llevo suelto. Eso sí, les quedo diez años muy agradecido.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion