Regreso al futuro

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Gallardón, como el doctor Emmett Brown, ha regresado del futuro por la puerta de salida de la T4. Igual que “Doc”, el alcalde de Madrid volvía con más canas y esa cara de asombro que tienen los científicos cuando no les salen los experimentos. Su máquina del futuro no arrancó por muy poco, ahora le toca enfrentarse a los viejos problemas que dejó aparcados en el cajón del pasado. El buen rollo olímpico se terminó, y de aquel abrazo a Esperanza Aguirre en Copenhague hemos pasado a estas zancadillas en Madrid.
Caprichos del destino el juez resolvió a favor del recurso presentado por el Ayuntamiento en Cajamadrid justo cuando el alcalde le daba dos besos apretados a la “gobernadora” de la región. La medida que paraliza la elección del presidente llegó del todo inoportuna en esa cuenta atrás que se vivió en la Plaza de Oriente y que tenía mucho de celebración de la Nochevieja en la Puerta del Sol. A veces el destino galopa cuando menos se espera y acerca la realidad en el momento más inoportuno.
El alcalde salía por la puerta de pasajeros mientras que Rajoy y Esperanza Aguirre optaron por hacer lo propio por la de autoridades. Gallardón en solitario arrastraba la maleta roja como el que lleva el pasado con cierta lástima. Rajoy, visto el “tongazo” de Copenhague, seguro que le hubiera venido mejor quedar con Gallardón en algún parador a mitad de camino entre Madrid y la capital danesa, (o en su defecto en uno de los castillos del Loira). En este regreso al futuro el alcalde se va encontrar con la oposición de su partido en la región a la subida de las tasas de basura en la capital. No ha caído muy bien que justo cuando se critica la subida de impuestos de Zapatero, (“temporal y limitada”), Gallardón haya roto el techo olímpico de la recaudación municipal. Algo tan poco oportuno que el portavoz socialista, David Lucas, tuvo que hacer una cabriola verbal para denunciar lo impropio de una subida de impuestos en tiempos de crisis… y que no pareciera del PP al decirlo.
Añádase a esta situación incómoda el natural mosqueo de los vecinos que tienen obras relacionadas con la causa olímpica y se preguntan qué será del barrio ahora. Todo ello provoca un jet-lang desagradable entre presente, futuro y pasado mezclado con recursos y con viejos amigos. Al alcalde le hace falta tomar tierra, lo que hizo el sábado en Barajas sólo fue aterrizar que es muy distinto.

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