Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Que un buen hombre de un buen pregón no garantiza unas fiestas tranquilas pero si se trata de Jesús Neira se entiende que es un pregón ejemplar, y buena falta de esa terapia nos urge para no caer en tierra de gañanes. Antes lo más peligroso de unas fiestas populares podían ser unos churros indigestos pero desde hace una semana las calles de los pueblos en fiestas tienen algo de peligro a lo San Fermín. Pero tengamos por bueno que la palabra amansa a las fieras y entonces se habrán diluido los demonios que salieron de paseo por las calles de Pozuelo a romper la noche a pedradas. Majadahonda no quiere otra “intifada del Lacoste” como herencia de la “Pili-borroka” de Pozuelo, (quieren evitar esos días turbios que luego acaban en noches de antidisturbios). El discurso de Jesús Neira, un hombre dotado de palabra de honor, ayuda en este camino de pacificar la fiesta con metáforas divertidas y juguetonas pero nunca agresivas.
Neira es un escalón más avanzado, muy por encima de lo que se tiene por corriente en los pregones que son un territorio abandonado a la acción de presuntos famosos gracias a la televisión. De gritos tan desoladores como “¡arriba la Esteban!” la serranía madrileña ha estado plagada durante unos cuántos años. En esta ocasión no hay rastro de “currupipis”, ni de “Pipis”. Además, si a Belén Esteban se le ocurre asomarse a un balcón para contar lo último de Andreíta entonces se las vería con el Defensor del Menor, Arturo Canalda le ha puesto coto a la exposición indecente de la intimidad de su hija menor, (media España preocupada por si Andreíta se habrá comido el pollo, o no). Pregones de grandes hermanos y palabras de cotorras huecas nos han llevado a unas fiestas vulgares. Un mal pregón se diluye en un peor vino y así hasta hacer que estalle la noche en pánico, cristales rotos y sirenas.
Y para los de mollera dura, para los “niñatos” que sueñan con pasar a la historia de Internet con sus videos, está una notable presencia policial que vela por la seguridad de todos. Por muy bellas que fueran las palabras de Jesús Neira siempre hay tipos que no se enteran. A esos: ni agua
y mucho menos vino.
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