Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Así como Carmen Chacón se columpió al decir que unos gamberros habían herido a un sargento español en Afganistán, también se equivocaría quién dijera que unos alborotadores han estropeado las fiestas de Pozuelo de Alarcón. El parte del sábado por la noche es de batalla urbana y como tal suceso callejero se debe tomar. Los motivos aparecen en un video que está en la red y en el que unos descerebrados, (probablemente menores de edad), arrojan piedras contra la comisaría y son seguidos por un centenar de atontados. En el video se les escucha decir: “la policía siempre jodiendo las fiestas”.
Quizá el origen de la tangana pueda estar en la acción de un grupo radical pero lo cierto es que los chiquillos decidieron que era muy divertido acabar el botellón poniendo cerco a la policía y repartiendo cascotazos. La brutalidad de su acción fue respondida con la fuerza proporcional y de ahí los numerosos heridos que son más propios de una jornada de kale-borroka en el País Vasco que del final de unas fiestas de municipio madrileño. Si tenemos en cuenta que no se trataba de abertzales juveniles, ni de miembros de peligrosos grupos separatistas, llegaremos a la conclusión de que eran niños de papá que jugaban a ser “malotes”, de ahí la “pijo-borroka” que ha destrozado tres coches patrulla y ha herido de gravedad a dos antidisturbios. Lo suyo es que el juez identifique a esos vándalos para que sus padres tengan la generosidad de pagar los destrozos que sus hijos han provocado. Ya sabe Zapatero cuál es el primer colectivo de españoles a los que subir los impuestos: los papás de estos niñatos que disfrutan quemando vehículos de las fuerzas del orden que pagamos entre todos con nuestros impuestos.
No sería justo que los madrileños tuvieran que sufragar la fiestecita de estos “macarras de papá” que se divierten destrozando lo que es de todos. Niñatos que ayer domingo llegaron tarde a comer porque habían tenido una noche muy larga. Es de esperar que analizando ese video que da vueltas por la red se encuentren muchas pistas para localizar a los culpables.
Si tan machotes son que le quemen el todo-terreno a papá, verán entonces lo que es una noche de emoción sin freno.
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