Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Aunque la idea hay que atribuírsela a Dolores de Cospedal lo cierto es que el guión lo puede desarrollar mucho mejor José Luís Moreno en cuanto se ponga. La serie se llama “Génova Café” y consiste en que alguien escucha los cotilleos informales que se dicen ante la máquina del café. Cambien a Luís Varela por Mariano Rajoy y a Carolina Cerezuela por Soraya Sáenz de Santamaría y ya está. Silencio: se rueda. En el PP tienen la mosca detrás de la oreja o lo que es lo mismo los micrófonos ocultos detrás de las ideas y así no dan pie con bola. Para que “Génova Café” sea una serie cómica hay que dotarla de secundarios y que la máquina del café sea de la marca “Garzón”.
Los espiados podrían haber hecho un movimiento táctico importante, ¿o qué otra cosa sería la tarta para Rubalcaba?, pensemos que Aguirre tuvo que entonar el “cumpleaños feliz” para que el ministro se viera en la obligación de probar la tarta en la que se ocultaba un micrófono de pequeñas dimensiones. Gracias a esa artimaña tendrían constancia de las conversaciones que se producen en el entorno de Interior y, salvo ataque inoportuno de hipo, podrán seguirlo todo desde una furgoneta aparcada en las inmediaciones. Más “interior” que en la tripa de Rubalcaba es imposible. Por eso Camps supo antes que nadie el resultado de la votación de Valencia.
Los griegos tuvieron que recurrir a su mejor carpintero, Epeo “el feocio”, para que construyera el famoso Caballo de Troya, en cambio en el PP con una tarta de “Mallorca” han solucionado el problema y sin tener que reducir a los espías para que quepan dentro. Además, estos micrófonos modernos te los tragas con más facilidad que un sapo y tienen unas potentes baterías que pueden durar años. Sólo hay que tomar la precaución de bajar el volumen cuando marca el Real Madrid porque Rubalcaba se anima y grita mucho, superado ese escollo todo son ventajas.
Pero mientras encuentran a los “cotillas” podrían sacar rentabilidad comercial a la serie puesto que Moreno es un genio para crear comedias con éxito de audiencias. Esas máquinas de café tienen el poder de un confesionario y sin necesidad de que el declarante tenga que mostrar dolor de corazón, arrepentimiento de sus pecados y propósito de enmienda. Por menos de un euro se puede conocer lo que piensan unos de otros los habitantes de la calle Génova. Durante la publicidad se puede aprovechar para que José Tomás de un curso de “corte y confección” al estilo “bricomanía”, y así hacer unos patrones para trajes en época de crisis. “Génova Café” se lo van a quitar las televisiones de las manos.
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