Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Carla Bruni, (“nuestra” Carla), ha vuelto a subir a los escenarios sin bajar de los altares, algo que no es fácil de entender. Carla es estrella del pop y estrella de la política internacional, en adelante una “star politipop”, un término que mezclado con el protocolo produce momentos absurdos. A ver: ¿Cuándo Carla sube al escenario para cantar a Mandela, antes debe sonar el himno oficial de Francia?, ¿Es la Marsellesa la telonera de los conciertos de Cara Bruni?, ¿En adelante los jefes de estado que reciban al matrimonio Sarkozy, deben hacer el “duduá” al escuchar el himno, o simplemente limitarse a escuchar los “tachundas” sin mover un músculo?
Hasta llegar Carla la historia del pop se había explicado por sí misma, pero al mezclar letra con protocolo ha salido una combinación imposible. En realidad lo suyo es que Carla se hubiera casado con Sabina de no ser porque éste las prefiere princesas antes que primeras damas republicanas. A efectos de la historia del pop la única manera de enderezar este laberinto protocolario es que el matrimonio Sarkozy se rompa y Carla grabe un disco en el que ponga a escurrir a su ex marido, (en realidad eso hubiera sido un homenaje en condiciones a Mandela y no repetir la canción de siempre “quelqu´un m´a dit”, una copla que ya se usa hasta para vender lavadoras). Y si “le petite Nico” se casara con Amy Winhouse en “segundas náuseas”, (como escribe Zoe Valdés), harían mucho por reactivar el mercado de la venta de discos. Debería aclarar Tedy Bautista si la descarga ilegal de un disco de Bruni puede provocar tensión en el G-20; si la I Guerra Mundial empezó por la mala lectura de un telegrama hoy podríamos tener por seguro que piratear un discurso de Kim Jong II, cargado de fina oratoria, puede provocar una alerta nuclear.
Cuentan las crónicas que entre el público del Radio City Music Hall de Nueva York se encontraba el emocionado esposo. Igual que Bermejo cree que la izquierda no entiende la caza, “Sarko” puede pensar que la derecha no capta el pop descalzo de su santa. La diferencia es que Bermejo se pegó un tiro en el pie y Sarkozy podría dar la vuelta al mundo en ochenta galas con su Carla siendo la envidia de occidente.
Carla sabe lo que un buen concierto a tiempo puede hacer por ti, por eso Zapatero le canta en la intimidad en catalán a Montilla las tablas de multiplicar. Rajoy debería aprender a tocar el piano para reconquistar a Esperanza Aguirre, (a Sinatra le sirvió con Ava Gadner), claro que Sinatra no tenía barba, pero Rajoy con Arenas podrían mejorar el dúo “Andy y Lucas”. Más “politipop” es lo que hace falta.
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