Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Cervantes escribió “El Quijote” con una sola mano, en una celda y ayudado por la luz de un candil. Moraleja: cuando se tienen cosas que contar no hace mucha falta la ayuda de la tecnología. Las aulas no son aquellas postales machadianas donde volaban moscas y los niños recitaban tablas escritas con tiza, pero tampoco son la imagen “Matrix” que quiere pintar el Gobierno. Tampoco es necesario volver a los tiempos de la Enciclopedia Álvarez, ni a los castigos corporales, pero quizá se hayan pasado de entusiasmo, (una vez más). Y cuando uno se pilla el entusiasmo con la tapa del piano creo que duele una barbaridad.
Dotar a cada niño de un ordenador es una calamidad contable, además de caro escasamente operativo puesto que no en todas zonas se tiene acceso a Internet de alta velocidad. Amén de que ese ordenador pueda ser utilizado por otro miembro de la familia para actividades poco culturales, (quizá para descargarse una película; a Sinde le daría un “simposium”). O para hacer apuestas deportivas. Esos niños pasarían a calidad de pequeños trabajadores atados a los dictados de Bill Gates cuando están en la edad de salir a la calle para jugar en el parque.
Se entiende que la llegada de miles de cajas a los colegios dejará fotos llamativas pero después poco más. Los niños españoles no serán Cervantes porque puedan estar conectados con la Biblioteca Nacional “on line”. Esto debe ser cosa de algún “idiota.com”.
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Etiquetas: el boletín, opinion