Valor se le supone

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Aitor G.R., transexual nacido en Porcuna, (Jaén), quería ser soldado de Caballería pero un médico militar le humilló diciéndole que se bajara los pantalones para ver por dónde meaba, como si las condecoraciones se impusieran en el escroto. La perseverancia de Aitor ha conseguido una heroicidad sin entrar en combate, ni derramar sangre, ha logrado que el Ejército admita a soldados que carezcan de pene, (parecerá una grosería pero era condición necesaria estar dotado de cataplines para vestir de caqui y poder enseñarlos en cuantas revisiones se produzcan, como si fueran una caries).
Carmen Chacón ha tenido que modificar dos artículos del reglamento que eran tan absurdos como obsoletos, uno relativo al pene y otro en el que se habla de alteraciones en la tensión arterial. Se podría pensar que como las vocaciones castrenses han descendido tanto está la cosa como para mirar en la entrepierna en lugar de las capacidades.
Lo cierto es que Aitor podrá ser un soldado de Caballería, si aprueba el acceso, y lucir con orgullo el uniforme que ha deseado desde que era un niño. La “testiculina” no tiene nada que ver con la vocación castrense, el ejemplo del general Custer nos dice que también los machotes sucumben ante los indios.
El Gobierno ha tenido que corregir, ¡ar!, Carmen Chacón ha puesto firme al reglamento que por eso es “generala”. Ese médico militar tan antiguo tendrá que hacerse a una idea de los bemoles que le puede echar alguien, que no tiene pene, cuando cree en un sueño y está convencido de conquistarlo.

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