Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
No fue tanto por el peso de los legajos que componen las variopintas causas que tiene abiertas, ni por el amago de recusación del PP, ni por el ego crecido, ni por la charla con Bermejo en la que “sólo” hablaron de muflones, ni por revisar la película de “Los Bingueros” para entender la trama de Correa que tiene “bigotes”. Garzón cayó herido cuando se miró en el espejo y la vida le vino de sopetón; notó un dolor intenso, un escándalo de voces en una montería. El miedo le lanzó una flecha al corazón que rozó a sus escoltas. Al Cid le mató una flecha pero al juez sólo podía herirle levemente para abundar en su leyenda, a poder ser en hora de máxima audiencia de informativos.
Saldrá un brujo brasileño contando que fue obra de un muñeco con agujas, pero tampoco será cierto. No hay budú, parece que ha sido la venganza de la madre de Bambi la que le chafó la semana. El cuerpo, por muy excelso que éste sea, pasa facturas sin respetar la división de poderes. Al juez estrella le retiró, momentáneamente, una subida de tensión. También las estrellas se agotan, allá en la “lejosfera” y aquí en la tierra de los presuntos. La semana que viene citará a declarar a sus coronarias que pueden ser acusadas de falta de riego, o lo que es lo mismo de obstruir la acción de sus glóbulos rojos cansados de escalar a trote vivo las mediáticas escaleras de la Audiencia Nacional. Más le vale tener coartada.
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