Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Se le atribuye a Nelson Rockefeller la frase de que un camello es un caballo diseñado por una comisión, y tendrá una o dos gibas en función de la bronca que se desarrolle en el interior del comité y de lo que decida la mayoría. El primer día de la comisión de investigación en la Asamblea respondió a Rockefeller y de paso fue un homenaje a los Marx porque “la parte contratante de la primera parte” no era capaz de pactar el reglamento básico para ir navegando durante los próximos días de febrero. De haber contado Cristóbal Colón con los parlamentarios regionales en su tripulación habría encallado las carabelas en los primeros juncos del Guadalquivir quedando América ignota en aquel siglo.
Sólo falta el pianista y que dejen fumar para que florezcan las miradas de los tahúres en el salón. Nadie se fía de nadie y había quién echaba mano de la lista de comparecientes como el que desenfunda apuntando a la lámpara del techo. El presidente, Benjamín Martín Vasco, tiene un punto de chulería y “sobradismo” que garantiza tardes de gloria y momentos de cierto alborozo a las linotipistas de la Asamblea. De entrada tropezó con Maru Menéndez a la que se le vio enviarle una sonrisa helada de vuelta, quizá la última sonrisa que vea hasta que se redacten las conclusiones, y otro tanto le ocurrió con Inés Sabanés que se hizo un lío con el punto sexto del orden del día. Sabanés le preguntó dónde llevaba ese punto y Martín Vasco le vaciló: “no se preocupe que a usted no la quiero llevar a ningún lado”, (en ese momento una bala de polvo debería haber cruzado por delante de la mesa como pasa en las películas, pero a falta de un caballo que relinchara alguien tosió y no fue nada). Es cierto que hay miradas que matan, ayer las hubo y eso que todavía el “mayor espectáculo del mundo” no ha hecho más que comenzar. Tanta era la tensión que cuando se abrió la puerta de la sala se pudo escuchar el ruido de vacío que hacen las latas de pelotas de tenis cuando se abren. Detrás de ese “plop” fueron saliendo sus señorías divididos en sus respectivos grupos parlamentarios: los de David Pérez, los de Maru Menéndez y los de Inés Sabanés. Apenas posaron un instante para la foto pero dejando claro que a ninguno le hacía gracia estar en ese bautizo.
La sala es la misma que ocupó el “tamayazo” en aquellos meses de bochorno, (climatológico y del otro). De tal manera que si en el Congreso han encontrado huesos en los sótanos seguro que allí levantan la moqueta y aparece un cadáver de la época, o en su defecto algún epíteto de Tamayo, o de la señora Sáez cuando acudió a hablar pero sin decir palabra.
En los pasillos ejercía de “okupa” Tomás Gómez que de manera hábil se colocó junto al logotipo de la Asamblea para dar más lustre a sus declaraciones, bien es verdad que las hizo contraprogramando la presencia de Inés Sabanés en la sala de prensa.
La segunda parte del bostezo del camello llegará la semana que viene cuando hagan los cuadrantes; teniendo en cuenta el número de convocados y los tiempos establecidos es imposible que quepan todos. Ajenos a la movida un colegio de niños visitaba el pleno quizá porque tengan vocación política o porque les gusten las películas de James Bond.
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