Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Soraya ha querido hacer un reportaje íntimo y para eso se ha puesto natural en la foto, pero el pie quebrado le delata, hay en su pose un miedo a ser espontánea que le da rictus de estatua de sal, de habitante de ?Génova y Gomorra?. Es un pie desnudo que busca acomodo pero que al final se convierte en gesto de bailarina. Nadie debe juzgar a Soraya por unas fotos pero si se puede opinar acerca de la oportunidad de las mismas, Rajoy lo ha hecho para lamentarse de cuando ellos hicieron coñas con las ministras en ?Vogue?. Libertad para Soraya pero también libertad para opinar de ella sin necesidad de quemar sus fotos como si fueran las de los reyes en Cataluña.
El momento no ha podido ser más inoportuno, cuando Solbes avisa de una crisis galopante Soraya se recuesta en el suelo y se convierte en bailarina de Degàs en cuadro destinado a ser la estrella del Museo; nadie que haya pasado por España este fin de semana se habrá quedado sin ver la foto de Soraya en lo horizontal y ese pie en fuga que apunta pero no dispara. En esta segunda transición es Soraya la que hace de Victoria Vera en icono de carne mortal pero muy agradecida.
Es cierto que la portavoz parlamentaria del PP todavía está en la edad del COU y que puede permitirse el gesto, el desdén, la frivolidad y hasta el exotismo, pero quizá a los políticos se les pida que sean eficaces antes que sexys, y eso que la foto de Obama haciendo pesas daría la vuelta al mundo en ochenta sms, sería un ?pásalo? muy reconocido.
Rajoy, lo repito, está avergonzado de haber dicho de todo a ese grupo de ministras que sacaron los sofás de Moncloa al jardín y allí se colocaron en pose marcial para mayor entusiasmo de los seguidores de los mitos y las modas. Quizá habría sonado diferente si Dinio se hubiera hecho unas fotos en el escaño de Zapatero, pero es que todavía no nos hemos quitado el chip de cuando las taquillas de la mili se decoraban con chicas de póster desplegable. Aquellas fotos que hacían las funciones de descanso del guerrero.
Aquí somos de mucho rugir y muy dados al aplastamiento por el método de la avalancha: uno dice algo y enseguida se encuentra con un eco que lo multiplica y exagera. En una semana esa avalancha se ha llevado por delante al que era presidente del Real Madrid, a Ramón Calderón le ha pasado por encima un camión cargado de odio y luego ha dado marcha atrás para comprobar si aún estaba con vida. Somos así de cainitas en todo, ya sea fútbol, fotografía, política o baloncesto. No nos podemos evitar que es otra manera de sugerir que no nos podemos soportar. Bien pensado una foto mata más que mil palabras.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion