Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
La nieve tapa las carreteras, atasca los aeropuertos, retrasa a los trenes pero también cubre las carencias políticas; todo aquello que tapa un manto blanco desaparece entre jolgorio infantil. Y si son las cifras de un paro abultado, mejor. Puede que la ministra de Fomento haga con Zapatero el mismo sacrificio que hacía Johan Cruiff con su equipo: cuando preveía un ambiente hostil salía al campo cinco minutos antes que sus jugadores, hacía ver que repasaba el estado de la hierba y en realidad se llevaba parte de la bronca que esperaba al equipo, de esa forma el público se mostraba menos agresivo. Magdalena Álvarez tiene una marcada vocación de clausura y de ahí que no quiera dejar el ministerio por tenerlo como santuario de la verdad. Llegado el momento no le importa convertirse en el muñeco de nieve que Zapatero coloca ante la puerta de Moncloa cuando las cosas se ponen turbias. Hoy, que deberíamos estar contando parados lo que hacemos es contar bolas de nieve.
La tendencia de Magdalena Álvarez por apuntarse los marrones de los demás debe tener alguna compensación en el cielo, Dios no puede abandonar a tan devota sierva, ni dejarla ?partía o doblá? a merced de las lenguas de triple filo. Este frío ?siberiano?, (calificativo que le da categoría de novela de Tolstoi), ha provocado una epidemia de gripe de la que apenas se habla; otra de la que se libra Bernat Soria I ?El Callado?. Tosen luego gobernamos. En Cataluña la Generalitat ha conseguido irritar a los médicos por recomendar que la gente se quede en casa y aplique remedios de la abuela antes que colapsar las urgencias, un pasillo repleto da muy mala imagen política. A los amigos y socios del tripartito se les pide, muy encarecidamente, que tosan en sus domicilios por no dar munición al enemigo.
A Magdalena Álvarez los virus le atacan por la parte de siempre, por la del caos, ¿pero alguien la ha escuchado toser o flaquear en su voluntad?, pues no. Magdalena no es tan sutil como la Generalitat, no llega a recomendar que la gente se quede en casa pero tampoco pone los elementos necesarios para que se del el libre tránsito de las personas. España, país de vocación tropical que se cierra cuando el termómetro baja de los dos grados bajo cero; entonces no hay ni colegios, ni tráfico, ni nada. Toda nevada es siempre una jornada de reflexión. Quizá la Ministra haya pensado que para evitar el caos circulatorio lo mejor es cerrar Barajas y poner a los trenes AVE a velocidad reducida, (tanto como para que puedan asaltarlos los cuatreros como pasaba en las películas del oeste). Y al que le pille por carretera que rece a San Cristóbal que es patrono del gremio de la conducción.
Aquí todo es habitual: los constipados, las nevadas, el caos en sus distintas formas. Lo único extraordinario es la vocación de Magdalena Álvarez por pisar charcos y, llegado el caso, romper la capa de hielo con unas botas de tacón duro para gobernar en contra de los elementos.
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